THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Todos a la cárcel

Me lo cuenta un colega que estaba allí, en la Audiencia de Palma. Entraba Urdangarín y la peña, cabreada, le gritaba “ladrón, ladrón”, e incluso una señora, muy caliente, exaltada, lanzó un “todos a la cárcel” rotundo. Todos. Todos al talego. Y me espanta. No. Yo no quiero que vayan todos a la cárcel. No sé a qué “todos” se refería la señora, pero yo quiero que solo vayan a la cárcel quienes hayan sido declarados culpables en sentencia firme. O quienes esperan el fallo definitivo, pero en circunstancias que objetivamente hagan previsible una fuga, o la destrucción de pruebas. O sea, quiero vivir en un Estado de Derecho. Lo siento. ¿Debo pedir perdón a las masas? Pues no lo voy a hacer. No quiero que vayan todos a la cárcel, así, porque sí. Ojo por ojo y todos nos quedaremos ciegos.

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Todos a la cárcel

Me lo cuenta un colega que estaba allí, en la Audiencia de Palma. Entraba Urdangarín y la peña, cabreada, le gritaba “ladrón, ladrón”, e incluso una señora, muy caliente, exaltada, lanzó un “todos a la cárcel” rotundo. Todos. Todos al talego. Y me espanta. No. Yo no quiero que vayan todos a la cárcel. No sé a qué “todos” se refería la señora, pero yo quiero que solo vayan a la cárcel quienes hayan sido declarados culpables en sentencia firme. O quienes esperan el fallo definitivo, pero en circunstancias que objetivamente hagan previsible una fuga, o la destrucción de pruebas. O sea, quiero vivir en un Estado de Derecho. Lo siento. ¿Debo pedir perdón a las masas? Pues no lo voy a hacer. No quiero que vayan todos a la cárcel, así, porque sí. Ojo por ojo y todos nos quedaremos ciegos.

Dicho eso, la sentencia del “Caso Nóos” me pareció excesivamente benévola, sobre todo en comparación con otras recientes con la de Fitur. La absolución de la infanta Cristina me resultó incomprensible. Y la decisión de que Urdangarín y su socio no vayan a prisión sin pagar fianza y no se les retire el pasaporte me parece que no resiste comparación con otras decisiones recientes, como por ejemplo la de meter entre rejas a Alvaro Pérez, “El bigotes”, con el que objetivamente hay menos riesgo de fuga que con Urdangarín, y que lleva años sin pasaporte. O sea, que sí, que la ley es igual para todos, pero su interpretación y aplicación no. Y es insoportable. Porque, además, los que salen beneficiados son siempre los mismos. Los que están cerca del poder político, económico o mediático.
Ahora a ver qué pasa con Blesa y Rato, también condenados. Esto es un no parar. Ha habido mucha corrupción, unos pocos se han llevado mucho y muchos llevan años jodidos como consecuencia de la actuación de estos golfos apandadores que no debieran irse de rositas. Pero dicho, esto, comprendido el cabreo general, dejo constancia. No quiero que vayan todos a la cárcel, así, a boleo, a granel. Sólo quiero que vayan a la cárcel quienes hayan sido condenados en sentencia firme. Prefiero cien culpables en libertad a un inocente entre rejas.

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