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El Estado Islámico vende niñas como esclavas sexuales por WhatsApp y Telegram

Este activista está tratando de liberar a unas 3.000 mujeres y niñas que aún permanecen como esclavas sexuales de los extremistas. Mientras la organización terrorista pierde el dominio de una ciudad tras otra en su llamado califato, endurece su control sobre sus cautivos, llevando a los cristianos yazidíes más adentro de su territorio y vendiéndolos como esclavos a través de aplicaciones móviles como Telegram o WhatsApp. Los yihadistas han creado una base de fotografías de sus esclavos con el fin de facilitar la compraventa y de detectarlos con rapidez si tratan de escapar, algo que se hace cada vez más arduo. Una de las chicas que trató de huir es Lamiya Aji Bashar, quien en el pasado mes de marzo hizo su quinto intento de escapar, corriendo hacia la frontera con los yihadistas persiguiéndola. Una mina terrestre explotó, y dos chicas yazidíes que la acompañaban murieron. La explosiín la dejó ciega del ojo derecho, con el rostro marcado por las quemaduras en la piel. Hablando desde una cama en la casa de su tío en la ciudad norteña de Baadre, la joven de 18 años afirma que a pesar de haber quedado desfigurada, no se arrepiente de su fuga. “Incluso si hubiera perdido los dos ojos, habría valido la pena”, asegura, “porque he sobrevivido.”

El Estado Islámico vende niñas como esclavas sexuales por WhatsApp y Telegram

“Virgen hermosa de 12 años… Su precio ha llegado a los 12.500 dólares y se venderá pronto” es el anuncio que podemos observar en aplicaciones de mensajería instantánea, tales como WhatsApp o Telegram. Ahora podemos conocer esta realidad gracias a la labor de un activista que, poniéndose en contacto con la agencia de noticias AP, ha denunciado la trata de niñas a través de las redes.

Este activista está tratando de liberar a unas 3.000 mujeres y niñas que aún permanecen como esclavas sexuales de los extremistas. Mientras la organización terrorista pierde el dominio de una ciudad tras otra en su llamado califato, endurece su control sobre sus cautivos, llevando a los cristianos yazidíes más adentro de su territorio y vendiéndolos como esclavos a través de aplicaciones móviles como Telegram o WhatsApp. Los yihadistas han creado una base de fotografías de sus esclavos con el fin de facilitar la compraventa y de detectarlos con rapidez si tratan de escapar, algo que se hace cada vez más arduo. Una de las chicas que trató de huir es Lamiya Aji Bashar, quien en el pasado mes de marzo hizo su quinto intento de escapar, corriendo hacia la frontera con los yihadistas persiguiéndola. Una mina terrestre explotó, y dos chicas yazidíes que la acompañaban murieron. La explosiín la dejó ciega del ojo derecho, con el rostro marcado por las quemaduras en la piel. Hablando desde una cama en la casa de su tío en la ciudad norteña de Baadre, la joven de 18 años afirma que a pesar de haber quedado desfigurada, no se arrepiente de su fuga. “Incluso si hubiera perdido los dos ojos, habría valido la pena”, asegura, “porque he sobrevivido.”

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