THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

Llegaron los reyes

En Belén, un pueblico, nació un niño. Y, al cabo de un tiempo, unos Magos vinieron de Oriente a Jerusalén, preguntando dónde estaba el niño que había nacido, que habían visto su estrella y venían a adorarle, porque aquel Niño era el Rey de los judíos. Herodes se puso un poco mosca, pensando -qué poco han cambiado las cosas- que aquel crío, que inmediatamente identificó con Cristo, quería moverle la silla.

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Llegaron los reyes

En Belén, un pueblico, nació un niño. Y, al cabo de un tiempo, unos Magos vinieron de Oriente a Jerusalén, preguntando dónde estaba el niño que había nacido, que habían visto su estrella y venían a adorarle, porque aquel Niño era el Rey de los judíos. Herodes se puso un poco mosca, pensando -qué poco han cambiado las cosas- que aquel crío, que inmediatamente identificó con Cristo, quería moverle la silla.

Ya sabemos la historia. Que los Magos fueron a Belén, que la estrella se paró sobre donde estaba el Niño, que se postraron ante Él y que le hicieron unos buenos regalos.

De ahí viene nuestra tradición y por eso, cada 6 de Enero, hay muchos Magos que van por las casas y llevan regalos a los niños. Y, de paso, a los mayores, porque supongo que en Belén, algo les regalarían los Magos a la Virgen y a San José.

Es una fiesta religiosa y nada más. Que, a veces, se nos va la mano y gastamos de más, sí. Que los comerciantes aprovechan el día para vender más, también. Quizá algún vendedor de oro, o de incienso o de mirra se aprovechó un poco del interés de los Reyes. Que hay que iluminar las calles, por supuesto, para celebrar el esfuerzo de los Reyes Magos que se pegaron un viaje de no sé cuántos kilómetros, sin ningún objetivo «utilitario».

Fiesta religiosa, que en muchas ciudades y muchos pueblos se celebra con una cabalgata, con todos los adornos que se les ocurren a los organizadores, pero siempre recordando, de un modo y otro, lo que pasó.

Por eso, cuando leo que a alguien se le ocurre hacer una cabalgata «menos religiosa, pero respetando la tradición y la cultura», pienso que ese alguien, de una tacada, pretende cargarse la religión de una fiesta religiosa, la tradición de una fiesta tradicional y la cultura de una fiesta cultural. Todo ello, respetando la ecología, claro.

Como consecuencia, cuando en la mañana de Reyes, los niños pregunten eso de «¿han venido?», les contestaremos del modo más aséptico y ecológico posible, refiriéndonos a la tradición de no sé qué y a la incultura, porque ninguno sabrá de verdad lo que estamos celebrando: que Dios se hizo Niño y que unos que se lo creyeron hicieron un viaje muy largo y muy cansado para adorarle, en primer lugar, y, de paso, llevarle unos regalos.

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