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Anna Castillo: "Yo me atrevo con todo"

Con 23 años, era una de las nominadas más jóvenes de la última edición de los premios Goya. Y su papel protagonista en ‘El olivo’, de Icíar Bollaín, le valió la estatuilla a la mejor actriz revelación

Anna Castillo: «Yo me atrevo con todo»

Con 23 años, era una de las nominadas más jóvenes de la última edición de los premios Goya. Y su papel protagonista en El olivo, de Icíar Bollaín, le valió la estatuilla a la mejor actriz revelación. Pasada ya la emoción inicial y superada la resaca de la ceremonia, Anna Castillo, uno de los nombres más solventes de la interpretación española de su generación, charla con The Objective sobre su premio, su carrera, su presente y su futuro. Barcelonesa de nacimiento, se trasladó a Madrid con 19 años para hacerse un hueco en el arte dramático. Hoy, Goya en mano, puede decir que lo ha conseguido. Lo que más le apetece ahora, dice, es «seguir currando». Más adelante «me gustaría trabajar en Europa», asegura, «vivir una temporada fuera por trabajo, tener que irme a Francia o a Italia, quedarme una temporada por allí» y «ver cómo se trabaja en otros lugares». ¿Y Hollywood? La pregunta le provoca una carcajada. «Ahora mismo no es lo que más me interesa ni en lo que tengo el ojo puesto», responde. Pero advierte: «Yo me atrevo con todo».

«Desde pequeña siempre me gustó la interpretación, pero nunca tuve claro que quisiera ser actriz», recuerda. «Era una cosa que me divertía», pero «no decidí dedicarme a esto 100% hasta que no me vi dedicándome a ello». De hecho, ella había empezado a estudiar Psicología. «Pero, de repente, cuando tenía 19 años, me vi en Madrid trabajando entre semana y los fines de semana y me di cuenta de que me estaba dedicando a eso». Solución: dejó Psicología y se metió en la interpretación a tiempo completo.

Se enteró de que estaba nominada al Goya mientas desayunaba, acompañada por su compañera de piso y su gato, Capitán. «Grité muchísimo», dice. La alegría fue doble, porque en esa misma categoría también estaba el nombre de su amiga Belén Cuesta, que optaba al premio por Kiki: el amor se hace. Acto seguido «la llamé llorando, muy contenta», rememora. Competir con una amiga «fue más relajado», porque la candidatura «te da mucha visibilidad pero a la vez te expone mucho: están todo el rato pendientes de ti, hay mucha entrevista y mucha promoción de golpe, y yo creo que vivirlo con una amiga lo normalizaba, lo hacía más cómodo, más divertido…».

En El olivo trabajó a las órdenes de Icíar Bollaín, con un guión que la «emocionó mucho». «Me lo leí del tirón, me gustó la historia y para mí era un reto» porque «era el personaje protagonista» y «tenía una carga emocional muy fuerte». De su trabajo en la película se lleva «los dos meses de rodaje: el aprendizaje profesional, lo que significa hacer un prota, con la responsabilidad que tiene, pero sobre todo la parte personal». Y profundiza: «Estuve con una gente maravillosa de la que aprendí muchísimo». Trabajar con la realizadora de Te doy mis ojos fue para ella «muy fácil». Y destaca la flexibilidad de su jefa: «No fue una directora que me dijera exactamente lo que tenía que hacer, sino que me daba la seguridad para que yo creara lo que yo quisiera».

La actriz -entre cuyos referentes interpretativos, enumera, están Candela Peña, Penélope Cruz, Natalie Portman y Marlon Brando-, reconoce que no tiene «unas metas muy claras» en este momento. Eso sí, en el futuro «me gustaría formar una familia, me gustaría poder pasar más tiempo en Barcelona y me gustaría seguir dedicándome a esto». De la situación política de su tierra prefiere no hablar, al menos con la prensa. «No me gusta mojarme», zanja, pero desliza: «Todo el mundo tiene derecho a elegir y a decir de dónde se siente». Y de su profesión admite que le «da mucho miedo» que solamente un 8% de los actores pueda ganarse la vida con su oficio. «La poca gente que estamos viviendo de nuestra profesión estamos en la cuerda floja y en cualquier momento caemos porque los números son aterradores», se preocupa.

De momento, ella tiene varios proyectos pendientes en cine: ya ha terminado de rodar Oro, de Agustín Díaz Yanes, y la adaptación a la gran pantalla de la obra teatral La llamada, de Javier Calvo y Javier Ambrossi, uno de los mayores fenómenos musicales de los últimos años en España. Ambas se estrenarán en 2017. «Y ahora estoy preparando Viaje alrededor del cuarto de una madre, que empezamos a rodar a finales de marzo en Sevilla». Mientras tanto, le toca descansar del fenómeno creado por el Goya. Reconoce que la propia noche de la ceremonia no lo celebró hasta tan tarde como ella había esperado. «Aguanté menos de lo que pensaba porque a final la gala me pasó factura y me dejó muy cansada». Por suerte, tiene hasta marzo para recuperarse antes de volver al cine.

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