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Muere el 'contable de Auschwitz' a los 96 años

Muere el ‘contable de Auschwitz’ a los 96 años

Muere el ‘contable de Auschwitz’ a los 96 años

El ‘contable de Auschwitz’, el alemán Oskar Gröning, murió a los 96 años, ha anunciado su abogado, citado por distintos medios alemanes. Un portavoz de la fiscalía de Hannover, Oliver Eisenhauer, dijo a la AFP haber sido informado de la muerte de Gröning por su abogado, aunque no pudo confirmar oficialmente el fallecimiento de ese hombre condenado a cuatro años de cárcel en 2015 por complicidad en la muerte de 300.000 judíos.

«Lo único que tenemos es una carta de su abogado según la cual habría fallecido», declaró Eisenhauer, que aseguró «no disponer todavía» de un certificado de fallecimiento, un documento que debe ser entregado por el ayuntamiento a las autoridades judiciales y cuya emisión puede tardar unos días. Según el semanario alemán Der Spiegel, el exmiembro de las SS murió el viernes en el hospital.

Gröning es uno de los últimos nazis juzgado por sus actos durante la Segunda Guerra Mundial, más de 70 años después del final del conflicto.

A finales de 2017, la justicia alemana ordenó su encarcelamiento, después de que el anciano tratara en vano de sortear la detención presentando un recurso ante el Tribunal Constitucional, alegando su mal estado de salud. Durante su juicio, había pedido perdón y reconocido una «falta moral» por su papel de «contable» del campo de exterminio nazi de Auschwitz.

«Nunca he hallado la paz interior», confesaba a finales de 2014 al diario Hannoverische Zeitung, unos meses antes de la apertura del proceso. Gröning nació en 1921 cerca de Bremen en una familia nacionalista atormentada por la derrota bélica. Quedó huérfano de madre con cuatro años y se crió con su padre, un obrero miembro del grupo paramilitar Der Stahlhelm.

Integró las juventudes de Stahlhelm y vivió en un entorno belicoso y antisemita. Como le interesaban más las cifras que las armas, Gröning ocupó un puesto administrativo nada más entrar en las SS y en 1942 fue destinado a Auschwitz, en la Polonia ocupada, para recoger los billetes de los deportados y enviarlos a Berlín.

«Vi prácticamente todas las divisas del mundo», explicaba el exnazi, encargado de separar los zlotys de los dracmas, florines o liras, mientras que sus propietarios morían en las cámaras de gas, ejecutados, de hambre o por malos tratos.

Apoyó el principio del exterminio, «un instrumento para librar la guerra con métodos avanzados». Pero cuando vio a un soldado matar a un bebé lanzándolo contra la pared de un vagón pidió su traslado al frente.

Rechazaron su solicitud, y también dos posteriores. El soldado acabó por aclimatarse. El día a día era mejor que en el frente, los soldados jugaban a las cartas y bebían mucho alcohol. Cuando estaban borrachos apagaban las luces a disparos, añade AFP.

Después de la guerra regresó a su región natal. Se casó, tuvo dos hijos y trabajó en una vidriería. Ya jubilado, en 1985, resurgió su pasado cuando un miembro de su club filatélico le confió una obra negacionista, lamentando la prohibición de contestar el Holocausto.

La iniciativa sacó de quicio al Gröning, que devolvió el libro con un comentario escueto: «Estuve allí, todo es verdad». Escribió una memoria de 87 páginas para sus familiares y en 2003 declaró en un documental de la BBC y en la prensa alemana.

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