THE OBJECTIVE
Luca Costantini

Italia y España en la hora más oscura

Italia dio un giro en su reciente historia la noche del 4 de diciembre de 2016. Los italianos rechazaron la reforma constitucional de Matteo Renzi, quien dimitió, y abocaron al país a un futuro incierto.

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Italia y España en la hora más oscura

Italia dio un giro en su reciente historia la noche del 4 de diciembre de 2016. Los italianos rechazaron la reforma constitucional de Matteo Renzi, quien dimitió, y abocaron al país a un futuro incierto. A partir de entonces, La Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas comenzaron su particular noviazgo, conjurados contra el esquema político de la posguerra: la división entre izquierda y derecha, comunismo y atlantismo, laicismo y catolicismo, que convirtió a Italia en una democracia moderna.

Ahora, el país transalpino navega en aguas complicadas. Sus retrasos históricos no están resueltos: infraestructuras antiguas, administración lenta, sistema político enquistado, escasa adaptación al sistema monetario del Euro. Y sufre un deterioro de su imagen, con Matteo Salvini pivote del cambio. Este político, más curtido de lo que se piensa, siempre se ha servido de fanfarronadas para mantenerse en la arena política. Comenzó en Milán, hace diez años, de concejal, donde propuso que los asientos en el tranvía fueran “solo para milaneses”. Y ahora se dedica a rechazar barcos de migrantes rescatados en el Mediterráneo.

Los italianos rechazaron la reforma constitucional de Matteo Renzi, quien dimitió, y abocaron al país a un futuro incierto.

La Liga se ha aprovechado de los retrasos europeos sobre la cuestión migratoria, y ha sacado petróleo de la política de Renzi hacia la inmigración, muy generosa en las acogidas (desde 2016, Italia ha rescatado a más de 300.000 personas), pero ineficaz en la integración, clave para encajar socialmente el asunto. El Aquarius fue el punto álgido de la propaganda del nuevo ministro. Salvini sabe que el gobierno Lega-M5E no tendrá larga vida: su mayoría cojea en el Senado y pronto se convocarán nuevas elecciones.

La hora más oscura
Matteo Renzi en el centro de la foto | Foto: Alessandro Di Meo | ANSA via AP

De manera que la decisión de España de abrir sus puertos al barco de la ONG, si bien irreprochable moralmente, ha permitido a Salvini convertirse en un político que mantiene sus promesas. Algo poco común en Italia. “Mussolini, en cambio, sí que hacía las cosas”, ya añoran algunos. La imprevisibilidad ha ganado a la finezza, con el resultado que la Liga sube en los sondeos, y los europeístas están más débiles que nunca.

El Aquarius fue el punto álgido de la propaganda del nuevo ministro.

En este contexto, España ambiciona superar a Italia en el encaje europeo. El nuevo rumbo de la política internacional de Roma ofrece una oportunidad. Algunas investigaciones periodísticas han revelado conexiones entre La Liga, el Movimiento 5 Estrellas y Rusia. No ha servido para modificar el rumbo electoral. Pero el empeño del gobierno italiano en normalizar las relaciones entre la UE y Putin apuntan a esa tesis. Por ello, el acercamiento de Sánchez a Merkel, principal promotora de las sanciones, puede dar sus frutos.

Personas que trabajan en el ámbito diplomático hablan ya de posible eje España-Portugal para aprovechar el alejamiento italiano. Los datos económicos reflejan, de hecho, el constante enquistamiento italiano. Las rentas per cápita italiana y española casi se igualan, según Eurostat, y España ofrece a los inversores internacionales un sector terciario dinámico, un sistema jurídico más rápido que el italiano (verdadero talón de Aquiles del país transalpino), infraestructuras modernas y un gran atractivo turístico.

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Matteo Salvini  | Foto: Luca Bruno | AP

Aun así, quedan fuertes incógnitas políticas, algo común en ambos países. Para España es clave la cuestión catalana. Este es y será el verdadero banco de prueba de Sánchez. Como la Liga y el M5E, el independentismo comparte una estrategia agresiva en la vida política, tanto en las redes sociales como con la prensa. Pronto se verá como cuestionan a la Corona, del mismo modo que en Italia, lo primero que hicieron la Liga y el M5E fue atacar (y humillar) al Presidente de la República, la institución más valorada por los italianos.

Se dirá que La Liga no es el nacionalismo catalán. Pero el argumento no se sustenta, más allá de las diferencias estéticas (y no éticas). Si bien es cierto que La Liga no oculta su aspecto más xenófobo, hay que recordar que antes de los migrantes, esta formación se dedicaba a insultar a los italianos del sur que trabajaban en el norte. «Solo asientos para los milaneses». No resulta muy diferente de los comentarios de Torra…

Ante ese común desafío, destaca la diferencia de estrategia de las izquierdas italiana y española. El Partido Democrático, que está viviendo el momento más duro de su historia (pasó en un año del 40% al 19%) mantiene su rechazo al M5E y su populismo. También ataca a la Liga sin ambages, al considerar ambas formaciones contrarias a los valores del antifascismo que, según dicen, inspiran al partido fundado por Prodi y D’Alema. “Somos diferentes”, afirma Renzi.

Se dirá que La Liga no es el nacionalismo catalán. Pero el argumento no se sustenta, más allá de las diferencias estéticas (y no éticas).

En España, en cambio, Sánchez opta por otra vía. Ha recuperado el control del PSOE optando por un giro ideológico antiestablishment. Y ha alcanzado el poder exactamente gracias a los nacionalistas y a Podemos que, si bien está descafeinado, no renuncia a hablar de “casta”, al igual que Grillo. Lo lógico, es que ambas formaciones acaben marcando la agenda socialista.

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Un hombre agita la bandera italiana durante un mitin del partido de la Liga en Pontida | Foto: Luca Bruno | AP

Hay quien sostiene que la historia se repite. El periodista italiano Jacopo Iacoboni resumió la película de Gary Oldman sobre Churchill, La hora más oscura, con una pregunta dirigida al centroizquierda: ¿Colaborar o resistir? El PD ha optado por resistir. Ha perdido el gobierno, que ahora está en manos de La Liga, pero busca un plan de rassemblement republicano e insiste en que no todo vale en política. El PSOE, en cambio, tiende la mano. Cree en la colaboración, dentro y fuera el gobierno. Confía en el apaciguamiento del nacionalismo, entre gestos y una esperanza bastante etérea de que todo pasará cuando Europa se reforme. Dos recetas en las antípodas, cuyos resultados no conoceremos en el corto plazo, pero ante las cuales es mejor no olvidar el refrán italiano: ‘Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos’.

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