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Vox denuncia 300 agresiones y amenazas en los últimos dos años

La formación sostiene que sufre la demonización y el señalamiento de medios «progres» y la violencia de la izquierda y del separatismo

Vox denuncia 300 agresiones y amenazas en los últimos dos años

La diputada Rocío de Meer muestra la herida. | Twitter

En junio del año pasado, Vox celebró un acto en Sestao para tratar de convencer al electorado vasco. Quedaban solo dos semanas para las elecciones autonómicas, en las que consiguieron un único escaño. Varios manifestantes lanzaron piedras contra los asistentes y una de ellas impactó en el rostro de la diputada nacional Rocío de Meer, que comenzó a sangrar por una ceja. Algunas personas calificaron la herida como falsa. Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, la acusó de ponerse ketchup para colar «un bulo como una catedral». Pero la herida era real. Es una de las 300 agresiones y amenazas que ha denunciado la formación verde o algunos de sus simpatizantes en los últimos dos años, según una recopilación efectuada por sus servicios jurídicos.

En Vox lo tienen claro: la culpa de estos ataques la tienen «la demonización y el señalamiento» al que se han visto sometidos desde su fundación por los medios «progres» y la violencia que ejercen algunos «radicales» vinculados a la izquierda y al separatismo. «300 ataques son muchos, uno cada dos días de media. El clima de tensión es elevado. Nos sentimos perseguidos», se lamenta un miembro de la organización. Una portavoz del Ministerio del Interior explica a THE OBJECTIVE que «las estadísticas de denuncias por agresiones y amenazas no están desglosadas por concepto, como la pertenencia de la víctima a un determinado partido. Sería ilegal». 

Los ataques sufridos por dirigentes y simpatizantes de Vox tienen distinta consideración. Unos son simples insultos o pintadas en sedes. Pero también hay agresiones físicas y amenazas, incluso de muerte, como las que aparecieron en Gerona en agosto de 2019 contra el líder de la formación, Santiago Abascal, y el parlamentario catalán Alberto Tarradas. O más reciente, a la diputada Macarena Olona. La mayoría de los ataques se producen a militantes durante las jornadas informativas que organizan en localidades de toda España. Las denuncias se realizan en comisarías, unas las pone el partido y otras las propias víctimas, que luego informan a la formación. Una fuente orgánica cifra en un centenar los ataques «graves». Un tercio del total.

Del «ETA, mátalos» a Alsasua

El primer ataque violento que sufrió la formación que preside Santiago Abascal llegó en mayo de 2014, solo seis meses después de su creación. Durante una mesa informativa en Las Arenas (Vizcaya), «10 proetarras lanzaron huevos y tiraron la mesa a patadas». El rosario de agresiones y amenazas no había hecho nada más que empezar. Días antes de las elecciones europeas de ese mismo año, apareció una pintada en la sede de Valladolid: «ETA, mátalos». En marzo de 2015, los miembros de Vox fueron apedreados durante un acto en Sevilla y, un año más tarde, fueron obligados a marcharse de otro en el País Vasco porque unos radicales les lanzaron botellas.

La tensión llegó a su punto álgido en noviembre de 2018, cuando diversas organizaciones conservadoras celebraron un acto en Alsasua en defensa de los guardias civiles agredidos dos años antes por simpatizantes abertzales en esta localidad navarra. Los miembros de Vox sufrieron violencia verbal y física. Los servicios jurídicos de la formación verde recopilaron estas y otras agresiones y las llevaron hace unos meses al Congreso de los Diputados en forma de moción. El objetivo era que el Gobierno adoptara medidas para «evitar la banalización de los delitos de odio». El pleno de la Cámara rechazó la propuesta, que no se limita a denunciar los ataques, sino que los enumera uno a uno. En total, 92 incidentes graves.

Pintada amenazante contra Abascal y un diputado catalán en Gerona. | Foto: Vox

«Durante los primeros años, cuando aún éramos un partido extraparlamentario, los ataques eran más esporádicos, aunque hubo algunos bastante graves. En los últimos tiempos se han multiplicado. Hay que poner soluciones», solicita un miembro de la formación. En su opinión, el punto de inflexión se encuentra en las elecciones andaluzas de diciembre de 2018, las primeras en las que Vox obtuvo representación institucional. Tras su irrupción en el Parlamento de Andalucía, donde obtuvo 12 escaños, Pablo Iglesias decretó la «alerta antifascista». «Se produjeron protestas violentas contra numerosas sedes y comenzó una escalada de ataques», se queja este dirigente. 

Uno de los episodios más graves tuvo lugar el pasado octubre en Sevilla. Estefanía Martín Vega, vocal en el distrito de Cerro-Amate, fue agredida con una pedrada en la cabeza cuando iba a tirar la basura a escasos metros de su casa. Solo un mes antes había sido amenazada con una nota en su coche: «Puta de Vox, fuera del barrio. Avisada». Un ataque que el vicepresidente de Acción Política de la formación, el eurodiputado Jorge Buxadé, llevó hasta la UE, donde reclamó que se condenara el creciente número de «actos violentos» que sufrían en Vox. «Martín fue brutalmente agredida por luchar contra los narcopisos», afirmó Buxadé. Unos días antes, también en la ciudad hispalense, un grupo de militantes fue atacado en la plaza de Pumarejo mientras montaba una mesa informativa. «Y esto pasa en toda España y cada vez más», sentencia un miembro de la organización.

Cargas policiales durante el acto de Vox en Vallecas. | Foto: Juan Soriano (AFP)

En abril, Vox llevó la presentación de la campaña a las elecciones autonómicas madrileñas hasta Vallecas, una zona conocida por su histórica militancia de izquierda. Para algunos, la elección del enclave suponía una provocación, así que acudieron a boicotear el acto. El líder de la formación, Santiago Abascal, se encaró con ellos. Los radicales comenzaron entonces una batalla campal que incluyó cargas policiales, lanzamiento de objetos, detenidos y decenas de heridos. El partido presentó una denuncia y los simpatizantes agredidos, las suyas, que luego remitieron a la formación. «Por eso el número es tan elevado», reconocen fuentes orgánicas. Piden que se tomen medidas para garantizar la integridad de sus dirigentes y de sus seguidores.

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