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Códigos de barras, QR y BIDI: si no los conoces, no sabes que puedes tener uno

Todos contienen información que puede leerse al instante y en el caso de los QR cualquiera puede generar su propio código de manera gratuita

Códigos de barras, QR y BIDI: si no los conoces, no sabes que puedes tener uno

Mitya Ivanov | Unsplash

Estábamos acostumbrados a los códigos de barras, esos que acumulan información tras un conjunto de líneas de diferente grosor y espacios, pero han ido surgiendo otros códigos que lo han solapado. No son alargados y con rayas, sino cuadrados y llenos de impresiones. Unos los llaman QR, otros BIDI, y no son lo mismo. Más o menos sabíamos para que sirve un código de barras, pero es evidente que no lo tenemos tan claro en el caso de los cuadrados.

El trillado código de barras permite reconocer al instante un artículo y consultar sus características. La primera patente se otorgó en 1952 en Estados Unidos, aplicada a una metodología para identificar vagones de tren usando un sistema automático, aunque no fue hasta 1966 cuando el código de barras comenzó a utilizarse comercialmente. Pero el éxito, rotundo, lo alcanzó con la llegada de los años 80. Fue entonces cuando comenzaron a verse estos códigos por todas partes. Se imprimen en envases, embalajes y etiquetas de productos y suelen ser blancos y negros para que tengan mayor contraste y visibilidad, aunque los hay de otros colores. En ellos figura un prefijo que corresponde a cada país -el 84 es el de España-, un código de 5 a 8 dígitos asignado a las empresas, otro código de producto y un dígito de control.

Código unidimensional

La implantación del código de barras atendía sobre todo a la necesidad de agilizar la lectura de los artículos en las cajas y evitar errores de digitalización, aunque también es útil para controlar el stock de mercancías o conocer las referencias vendidas en cada momento. Se vale de un sistema binario que permite capturar datos al instante, el registro y seguimiento del artículo o elaborar estadísticas con esos datos siempre actualizados.

Foto: José León | Unsplash

Al código de barras se le conoce también como «código unidimensional». Tiene pocas pegas y muchas ventajas. Entre ellas que hace más fácil el control general de cualquier producto, con especial atención al control de calidad; simplifica la facturación, la gestión de documentos, de accesos, de recibos, y en general es una herramienta muy práctica en las actividades de rastreo. Los principales códigos de barras son los EAN, UPC, 39 y 128.

La pandemia impulsa los códigos cuadrados

La pandemia de la covid-19 nos ha familiarizado con los códigos cuadrados que se leen a través del móvil. Los ha hecho cotidianos en la hostelería, sobre todo, pero están presentes en múltiples ámbitos. El código QR, del inglés Quick Response Code, es la evolución del código de barras. Coinciden en que el objetivo de ambos es identificar artículos mediante la codificación de información para que después pueda ser leída, pero los códigos QR tienen menor tasa de error y más posibilidades de ser leídos correctamente. Eso sí, es imposible leer un código QR a simple vista y siempre será necesario un lector, mientras que los códigos de barras sí pueden leerse sin más.

Foto: Proxyclick Visitor Management System | Unsplash

Los QR almacenan datos codificados a través de una matriz de puntos o un código de barras esta vez «bidimensional», que contienen datos tanto de manera horizontal como vertical. El lector de QR conduce a través del móvil a una aplicación, una web, una localización, un correo electrónico o a las redes sociales. Supera las aplicaciones del código de barras, aunque a diferencia de estos, que solo se leen de manera lineal, los QR cuentan con tres cuadrados en las esquinas para que el lector pueda leerlos desde cualquier ángulo a alta velocidad. Son los más populares en Japón, que es donde fueron ideados en 1994 por una empresa subsidiaria de Toyota, pero están presentes en todo el mundo.

Gratis o de pago con menos prestaciones

Como código bidimensional, el QR está en el trío de los más habituales junto con Datamatrix y el código BIDI. Codificación de datos 2D -o Datamatrix- permite generar y gestionar con alta fiabilidad mucha información en un formato muy reducido, legible hasta con un 30% dañado. Los códigos BIDI, por su parte, requieren de licencia para ser creados y de una aplicación para leerlos, y su finalidad casi siempre es comercial y lucrativa. De hecho, fueron creados por compañías de telefonía como Movistar, Vodafone y Orange para sus acciones comerciales.

Foto: Simon Bak | Unsplash

Coinciden con los QR en que ambos son códigos bidimensionales, pero no son lo mismo. Los BIDI no cuentan con cuadrados en tres de sus esquinas, tienen menor capacidad de almacenamiento, presentan mayor dificultad para ser leídos y su licencia es de uso cerrado, mientras que los QR son de código abierto y gratuito. Además, los BIDI presentan incompatibilidades con muchos dispositivos móviles.

Genera tu propio QR sin gastos

Disponer de un código se hace especialmente necesario en el caso de tener cualquier negocio online, como mínimo para dinamizar el sitio e incentivar las ventas. Con un código QR gratuito se puede ofrecer a los clientes información adicional sobre cada producto, descuentos promocionales, acceso a canales exclusivos o mejorar la atención al cliente, además de blindar la seguridad de los pagos gracias a que el código QR tiene un sistema de encriptación propio.

Para crear el código adecuado de cada negocio o proyecto se debe valorar cuál es la mejor opción atendiendo a sus características. Sitios que ofrecen BIDI no faltan, pero herramientas para crear códigos QR de manera gratuita, tampoco. Podemos generar nuestro propio código QR, con o sin registro, a través de páginas como QR Stuff, Flowcode, QR Code Generator, QR Code Monkey o Generador de códigos QR. Hay muchas opciones y, en todo caso, generar un código QR es una opción totalmente gratuita.

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