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Vigo pone fin a las Navidades más largas del mundo

56 días han sido los que han durado esta última Navidad en Vigo

Vigo pone fin a las Navidades más largas del mundo

Efe

Los once millones de luces led que desde el pasado 20 de noviembre alumbraron 350 calles de Vigo han dejado este domingo de brillar para dar así por concluida oficialmente la Navidad más larga del mundo.

Ha bastado un simple y breve gesto del alcalde, un gesto elemental, casi lacónico de Abel Caballero pulsando simbólicamente un interruptor para que toda esa magia y esa alegría iluminadas durante 56 días se hayan convertido en un santiamén en material para la hemeroteca y el recuerdo.

«Mucha gente y muchos niños y niñas van a sentir tristeza cuando apretemos este botón», dijo el alcalde antes de ese momento, que acudieron a ver en directo cientos de personas sometidas a estrictas normas anti covid y que fue retransmitido por el Ayuntamiento a través de YouTube así como por varias televisiones y páginas web.

«La Navidad arrancó en el planeta aquí en Vigo hace 60 días y descubrimos para el mundo esta lluvia de luces, esta muestra del arte», añadió el alcalde.

En realidad, fueron exactamente 56 los días que ha durado esta última Navidad en Vigo, el mismo tiempo durante el que, por ejemplo, era posible antes de la pandemia dar la vuelta al mundo en tren recorriendo 20 icónicas ciudades y cinco parques nacionales de cuatro continentes.

Y bien podría haber durado más la Navidad de la ciudad gallega, puesto que si el alcalde decidió en vísperas de Reyes posponer el apagado una semana para complacer, según dijo, a hosteleros y turistas, hoy pidió a los presentes que no se lamentasen del final porque se vería obligado a dejar las luces encendidas más tiempo, quien sabe si hasta carnaval.

Pronunció el alcalde, antes del apagado, un breve discurso en el que alabó a la ciudad y sus habitantes, y señaló que «lo más emocionante fue cruzarnos por las calles con todos los que nos visitaban y saber que les tendíamos una mano de amistad; y más emocionante aún era mirarnos a los ojos las gentes de Vigo y saber que disfrutábamos de esta ciudad universal».

Pero, «el tiempo pasa y nos toca acabar la Navidad», continuó Caballero, no sin tranquilizar a los entusiastas de las luces con la promesa de una Navidad todavía más suntuosa y más luminosa para el año que viene.

«Mañana mismo empezamos con las luces del año próximo que encenderemos en noviembre. Lo vamos a petar», prometió Caballero antes de dar paso a los dos temas musicales centrales de la banda sonora de la Navidad viguesas, uno de los cortes de El Último Mohicano y Happy Christmas (War Is Over), de John Lennon, los cuales sonaron cada media hora durante los 56 días que duraron las fiestas en Vigo.

Después, una cuenta atrás en inglés, gallego y castellano y Vigo perdió de repente el brillo que le dio espacio y protagonismo en televisiones y periódicos de todo el país durante las últimas semanas.

Vienen ahora tiempos de balances y recuentos, de datos, que Caballero ya ha adelantado que son espectaculares.

Se sabe, de momento, porque así lo anunció él mismo el pasado viernes, que 5.127.000 personas pasaron por el árbol de Navidad hasta el 9 de enero, datos que han sido extraídos de la geolocalización que aportan por los teléfonos móviles.

Esos datos muestran «la fortaleza tan importante de la Navidad en Vigo», dijo entonces el alcalde, quien hoy ha comentado que personas de California (EE.UU.) o Jordania le han contado que hasta allí ha llegado la fama de la Navidad viguesa, una ciudad de menos de 300.000 habitantes en la que durante esta fiestas han pernoctado más de 400.000 personas.

No es de extrañar, pues, esa nostalgia de la que hablaba el alcalde para algunos sectores económicos de la ciudad, si bien es cierto que también hay gente que respira aliviada al saber que los villancicos han dejado de sonar en las calles, que la noria ha dejado de girar y que las calles están al borde de recuperar la normalidad tras tantos días de incomodidades y fiesta.

No en vano, este año hubo quien se atrevió a colgar lazos blancos en sus ventanas para mostrar su disconformidad con unas fiestas que alteran, hasta el hartazgo, el ritmo de vida de alguna gente, sobre todo si viven en el centro, donde se agolpan multitudes, se cortan las calles y se instalan ruidosas atracciones.

Nada de eso impedirá que Caballero vuelva a subir su apuesta de cara a las próximas Navidades, como ha venido sucediendo en los últimos años, en cada uno de los cuales el árbol ha crecido en un metro y ha aumentado el número de calles iluminadas.

«Estamos siendo una referencia en todo el mundo. Esto es economía, pero es más, es cercanía, es amistad», ha dicho el regidor, que ha tranquilizado a quienes sentían «un poco de tristeza, un poco de nostalgia» por el apagado de las luces, con la promesa de una próxima Navidad como no se ha visto jamás en todo el planeta

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