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El 'hombre árbol' se siente "libre" con sus nuevas manos

Con tan solo 15 años, las manos y los pies de Abul Bajandar se llenaron de verrugas. Tantas, que sus extremidades parecían la corteza de un árbol. Esta limitación le obligó a dejar su trabajo de conductor de bici-carros y acabó mendigando por la calle. «¡He sufrido tanto! Había gente que me evitaba y tuve siempre muchos dolores. Echaba de menos todo. Desde comer por mi cuenta a jugar con mi hija, abrazarla. Esas cosas que todo padre quiere hacer con sus hijos», asegura. Pero ahora dice sentirse «genial», aunque todavía no puede cerrar completamente las manos ni caminar por las recientes operaciones. «Tengo que ejercitar cada día mis manos para adquirir mayor movilidad, pero tenerlas libres es algo estupendo», cuenta a Efe Abdul Bajandar. La trascedencia que adquirió la extraña enfermedad que padece, epidermodisplasia verruciforme, desató una oleada de solidaridad que presionó al Gobierno de Bangladesh para que asumiese el costoso tratamiento. Ahora que se siente libre, Bajandar ha recobrado la esperanza y las ganas de soñar. Y tiene un deseo: que su hija, de tres años, sea doctora cuando se haga mayor.

El ‘hombre árbol’ se siente «libre» con sus nuevas manos

Abul Bajandar se siente libre. El conocido ‘hombre árbol’ observa sus manos, ya liberadas de la capa de verrugas que le impedían llevar una vida normal, desde comer hasta poder jugar con su hija. Tras una decena de operaciones este joven bangladeshí de 27 años vuelve a recuperar la esperanza y el control de sus extremidades.

Con tan solo 15 años, las manos y los pies de Abul Bajandar se llenaron de verrugas. Tantas, que sus extremidades parecían la corteza de un árbol. Esta limitación le obligó a dejar su trabajo de conductor de bici-carros y acabó mendigando por la calle. «¡He sufrido tanto! Había gente que me evitaba y tuve siempre muchos dolores. Echaba de menos todo. Desde comer por mi cuenta a jugar con mi hija, abrazarla. Esas cosas que todo padre quiere hacer con sus hijos», asegura. Pero ahora dice sentirse «genial», aunque todavía no puede cerrar completamente las manos ni caminar por las recientes operaciones. «Tengo que ejercitar cada día mis manos para adquirir mayor movilidad, pero tenerlas libres es algo estupendo», cuenta a Efe Abdul Bajandar. La trascedencia que adquirió la extraña enfermedad que padece, epidermodisplasia verruciforme, desató una oleada de solidaridad que presionó al Gobierno de Bangladesh para que asumiese el costoso tratamiento. Ahora que se siente libre, Bajandar ha recobrado la esperanza y las ganas de soñar. Y tiene un deseo: que su hija, de tres años, sea doctora cuando se haga mayor.

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