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Cultura

Julio Ruiz: «Es triste que el periodismo cultural en este país siga siendo de quinta división»

El periodista habla en esta entrevista sobre la situación de la profesión y de la música

Julio Ruiz: «Es triste que el periodismo cultural en este país siga siendo de quinta división»

Julio Ruiz. | Víctor Ubiña

El periodista Julio Ruiz (Madrid, 1952) tiene (o tenía) planeado un libro de memorias, pero en su momento pensó: «¿Cómo se puede dividir la trayectoria de periodista musical con otros trabajos que he tenido y que han sido mi modus vivendi principal?». En los 50 años de Disco Grande, Julio empezó a ser trabajador fijo de Radio Televisión Española desde 2007. Prácticamente, durante una cuarta parte de su vida profesional, ha vivido de lo que le ha hecho famoso. Por eso prefiere darle él mismo a la tecla; habría tal catarata de recuerdos que no sabe si es, incluso, un poco más cómodo irlo esparciendo poco a poco. 

Echa la vista hacia atrás y rememora los 13 años que ejerció como periodista deportivo para comparar la actualidad del gremio. «Me da pena ver hasta qué punto el periodismo deportivo se ha despeñado en los últimos tiempos. No sé si aquel periodismo deportivo que yo viví entre 1975 y el 1989 era más serio, pero desde luego no era tan hooligan». Tiene claro que sus memorias las va a ir esparciendo; se tendrá que dividir: el Julio Ruiz periodista musical y el Julio Ruiz periodista deportivo, que a la vez que daba a conocer a grupos en Disco Grande tenía que ir a cumplir con una jornada laboral en un periódico, ya fuera el Marca, el Sol o la Información de Madrid. 

PREGUNTA.- Entonces, estuviste como freelance

RESPUESTA.- Sí. Y todo lo que hacía era como colaborador de obra en Radio Televisión Española. Colaborador por trabajo hecho. Hubo un momento determinado de mi vida en que no tengo más remedio que hacerme autónomo porque no estaba contratado. No era miembro de plantilla alguna. 

P.- Hasta 2007.

R.- Durante un tiempo estuve cotizando la famosa cuota de autónomo. Hay un acuerdo empresas-sindicatos que hace que los que cumplimos una edad nos tenemos que ir a casa, lo cual es un problema para alguien que le sale de dentro la gana de seguir en esta profesión pero que piensa en las nuevas generaciones. Mis dos hijos son periodistas, y si yo me tengo que ir para que los que vienen detrás entren y ocupen mi lugar, fenomenal. Lo que se va por lo que se viene. Igual que hay un acuerdo que, en ese momento, me perjudica en junio del 2021, el año pasado, en 2007, por otro lado, hay un acuerdo que hace que, los que llevábamos montón de años de colaboradores en radio televisión española, se nos reconozca esa condición de trabajadores y nos hacen fijos. 

P.- Y ahí viene el problema, ¿no?

R.- Fueron 23 años de colaborador. Y, claro, como ya estaba adscrito al régimen, era fijo. Pero si yo hubiera sido colaborador… Hay compañeros míos de generación –e incluso mayores que yo– que siguen colaborando porque, efectivamente, siendo colaborador, no hay edad que valga. Dicho esto, yo me voy a mi casa con 68 años. O sea que no me voy con la edad normal de jubilación. 

P.- Según los datos arrojados por Jimina Sabadú en El Confidencial, en algunos casos han argumentado que como los trabajadores tiene más de 65 años no se les puede volver a contratar: «Y esa es una nueva torpeza de dichos directivos, pues invocar dicho motivo es un argumento claro para que, judicialmente, se les reconozca que la relación mantenida por dicha persona es una relación laboral».

R.- Desde el momento en que a mí me fichan en el año 83 y firmo un contrato en las oficinas de la calle Princesa (Radio Cadena Española), la relación que tengo es totalmente laboral y contractual porque, si no, no hubiera valido para que luego me hicieran fijo. Pero ahora se ha acabado una etapa.

P.- No es baladí aclarar que, bajo el convenio de Radio Nacional de España, cuando un fijo sale de la radio por cumplir la edad de jubilación, no puede trabajar en otro sitio y cobrar por ello. 

R.- Yo, ahora mismo, estoy implicado en 70 cosas, pero todo es hobby puro y duro. O sea, yo hago entrevistas para…

P.- …Subterfuge Radio.

R.- Sí. En Subterfuge Radio lo que yo estoy haciendo es como si vengo aquí con mis cacharros y hago el programa. Subterfuge Radio es el altavoz de mi podcast. En un momento dado, cuando en junio se acaba todo, yo quiero continuar haciendo cosas y no me resigno a desconectar y desenchufarme de este mundo, entonces desde Subterfuge me dijeron que con ellos tenía mi casa para hacer el programa (Todos los discos son grandes). Disco Grande es un nombre mío, lo puse yo en el año 71, pero no lo puedo utilizar, así que me inventé un nuevo nombre. Desde que he acabado mi programa y mi relación contractual con Radio Televisión Española, yo soy un jubilado que cobra su pensión cada mes y no tiene ningún ingreso. Esto no lo he movido, ni me he interesado por ello porque no ha surgido de momento la oportunidad para hacerlo, pero no he cogido ni he movido los hilos para preguntar qué tengo que hacer para cobrar algo, porque tengo entendido que, si haces algo y cobras, te recortan algo de la pensión, que también me parece justo. Pero como todo lo que hago es hobby puro y duro…

Foto: Víctor Ubiña

P.- «La vejez, que tanta prisa tiene», escribía Rafael Chirbes. ¿Cuándo nos hacemos viejos para este oficio?

R.- Los 60 los viví como fan, como seguidor de la música, y los 70, ya en el año 71, había empezado mi programa. He vivido los 70, los 80… con la suerte de estar en uno de los primeros canales de frecuencia modular que se abrieron (Radio Popular), dándole cancha a los grupos de la movida. Yo creo que es la primera vez en mi vida en la que estoy empezando a ver –porque estamos en diciembre– los 10 primeros discos de cualquier publicación, como Pitchfork, y la mitad de los discos no me interesan nada.

P.- Al principio recibías las maquetas en bovina, después en cinta,  luego en CD, más tarde en un enlace… Con tantas redes, con tantos medios como hay, no conocemos ni la mitad de los discos que salen ahora. ¿Dónde queda pues la figura del prescriptor?

R.- Creo que es necesario que siga existiendo la figura del prescriptor, porque lo que ocurre ahora es que hay una catarata de sonidos nuevos. En los 90, cuando me mandaban maquetas, me iba a casa con bolsas de supermercado con a lo mejor 20 ó 30 maquetas que me llegaban de Los Planetas, Los Hermanos Dalton o La Habitación Roja. Hoy en día, yo creo que eso está multiplicado por 10. Es impresionante; en este año y pico en que ya no estoy en primera línea, ha decrecido un poco, pero es que en los últimos tiempos casi no había tiempo físico de digerir tanta propuesta. La figura del prescriptor tiene que seguir siendo fundamental y sobre todo en la radio pública.

P.- Se está en este oficio para que sobreviva la prensa cultural, pero no sirve para que el periodista sobreviva. Esto se lo pregunté a Bruno Galindo: ¿o te salvas tú o se salva la industria? 

R.- La verdad es que es triste que el periodismo cultural en este país siga siendo de cuarta o quinta división.  ¿Qué tiene que ocurrir para que en un medio de papel –de los pocos que quedan– se establezca un lugar para la música? Yo recuerdo que antes hasta se escribían columnas. Si te metes en el archivo, hay crónicas de aquella fiesta de Disco Grande (Cosecha del 93). Eso sería impensable hoy en día. Es una pena, pero la música es el hermano pequeño de la literatura. ¿Quién puede valer para ocupar un tercio de página o un cuarto de página? Pues un artista establecido que, a lo mejor, es de la misma época del jefe de cultura del periódico en cuestión. El otro día, mientras iba a ver a mi hermana a su residencia, le llevé El País (ella era suscriptora de toda la vida). Hojeándolo, veo que hay un artículo sobre los Doors porque se ha encontrado material inédito de la época del Soft parade y del L.A. Woman. A lo mejor, resulta que el responsable de rellenar –en el mejor sentido de la palabra– las páginas de cultura del diario de ese día pensó en los Doors para que salieran.

P.- O se acuerdan de la música cuando fallece un artista reconocido…

R.- Pero tú fíjate qué traicionero es esto de la música; siempre ha habido una frase histórica en la tele: «La música no vende». Tú ahora te vas a mi ex casa (Radio Televisión Española), a La 1, y prácticamente en prime-time están peleándose con programas que se hacen en el momento que está el Viaje al centro de la tele. ¿Por qué? Porque le das a la tecla y tienes en Televisión Española un archivo inmenso. Buscas a ABBA y ves que todas las veces que han venido a este país han pasado por Televisión Española: Tocata, Aplauso… Hay un archivo tan maravilloso que ahora da la oportunidad de hacer –impensable– un programa de prime-time con viejunadas

P.- ¿No es lamentable que programen a unas horas tan malas Los Conciertos de Radio 3?

R.- Eso ha sido siempre. En un momento determinado, nos dijeron a los que estábamos allí que presentáramos a los grupos más nuestros que se subían al escenario. Entonces aparecías ahí, sentado en el borde del escenario. Ahora, a lo mejor, le das a la tecla y pones «conciertos Radio 3 Julio Ruiz» y sale alguno que ahora mismo no recuerdo. Pero no hemos tenido mayor implicación. No he sido ni guionista, ni director, ni subdirector, ni redactor. Imagino que forma parte de una especie de cuota de servicio público. Un lugar para que el público conozca a los grupos que no conoce ni Blas y tengan esa ventana y digan «esto es Radio 3». ¿Eso qué implica? Pues implica tener que emitirse a deshora. Creo que, en tiempos, a lo mejor era más problemático porque tenías que estar ahí. Pero ahora ya nada; ahora sale a las dos de la mañana y al día siguiente le das a la tecla y lo ves. 

Foto: Víctor Ubiña.

P.- Cuenta Jesús Ordovás en Jot Down: «Me llamó el director general y me dijo que Julio se había quedado en la calle, que habían cerrado Radio Cadena, y que a ver si lo podía meter en mi programa. Lo conocía, me parecía que tenía altura para hacer el programa, acepté. Y lo que me hizo Julio al año siguiente fue la cama». 

R.- Va a ser la primera vez en esta charla que no me gustaría comentar mucho sobre esa entrevista en Jot Down, porque se utilizan hacia mi persona unos términos insultantes, absolutamente censurables (por cierto, lamentable que no se me dejara replicar). Imagino que al leer ese artículo habrá quien flipara, porque la gente me conoce como una persona seria y honesta. Lo que ocurre es que en ese periodo de tiempo (año 91) se toma una no muy buena decisión como fue integrar mi Disco Grande dentro de su Diario Pop. El estatus laboral en la empresa de cada cual también mandaba. La otra persona era trabajador fijo y yo apenas era un colaborador con una remuneración tan mínima que siempre tuve que buscarme la vida en otros menesteres periodísticos que sí que eran mi modus vivendi, como te decía. Mi programa, que ya por entonces llevaba 20 años en antena, quedaba absolutamente despersonalizado y se transformaba en poco menos que una sección, un trocito del todo. Y el jefe lo detecta.

P.- ¿Fue José Visuña?

R.- Efectivamente. En aquellos tiempos era el director de Radio 3. Y entonces se decide separar lo que se había unido sin mucha fortuna. Aparte de todo, la forma de hacer radio de uno y otro nunca ha tenido mucho que ver. Fue una liberación volver a ser yo mismo y recuperar mi autonomía.

P.- ¿Cuál ha sido la última canción que has escuchado y has pensado: esto en mi época lo hubiera metido? Porque entiendo que te siguen llegando maquetas.

R.- Claro, claro. En el año 2021, los oyentes de Todos los discos son grandes eligieron como mejor maqueta del año a un grupo que se llama Cotton Tree. Yo creo que cada día tengo la oportunidad de poner una canción porque me siguen llegando envíos y, un poquitín antes de venir para acá, he estado preparando el podcast que voy a grabar el día 23. Sigo teniendo el cocoroto en ebullición. Esto me sigue gustando mucho. Además, si desde 1971 al 2007 fui pasando por los distintos estatus de hobby, hobby mínimamente remunerado, hobby medianamente remunerado… ¿qué me importa ahora coger y estar haciendo un podcast y otras cosas?

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