THE OBJECTIVE
Marta Parreño Gala

Adictos a la superficie

Siguiendo la tónica general de frivolidad en la que vivimos, hoy he optado por hablar del señor de las cucharas y quedarme en la superficie de las cosas, más concretamente en la superficie del cuerpo de este ser atrapametales.

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Adictos a la superficie

Siguiendo la tónica general de frivolidad en la que vivimos, hoy he optado por hablar del señor de las cucharas y quedarme en la superficie de las cosas, más concretamente en la superficie del cuerpo de este ser atrapametales.

Siguiendo la tónica general de frivolidad en la que vivimos, hoy he optado por hablar del señor de las cucharas y quedarme en la superficie de las cosas, más concretamente en la superficie del cuerpo de este ser atrapametales, no vaya a ser que pretenda profundizar sobre algún tema y me vaya a dar por pensar o desarrollar una opinión propia o algo.

Hoy he visto al señor Buljubasic y he pensado que es un símbolo perfecto de nuestro amor por la superficie. Me explico: todas las cucharitas, tenedores y demás artilugios metálicos serían las palabras, imágenes, sonidos y señales que nos llegan cada día de todas partes (¿por qué habrá tantas cucharas?). Y él nos representaría a nosotros, mantiéndolas a todas a raya sin dejar que ninguna se clave ni se acerque a ningún orificio por el que poder penetrar.

El móvil en la frente es un símbolo maravilloso que daría para un Subjetivo completo en sí mismo. Filosofía pura, pero no nos adentraremos en ello, quedémonos ahí. El caso es que somos una superficie donde todo se queda pegado por fuera. Superficies con patas incapaces de canalizar, seleccionar, gestionar o asimilar una mínima parte de toda la información y el ruido que nos llega de todos lados. Sea por pereza, por miedo, por falta de tiempo o por pura desidia, nos dejamos todas las cucharas pegadas al cuerpo sin permitir que ninguna nos haga ni el más mínimo rasguño. Solo nos interesa lucirlas y demostrar que tenemos acceso a todo sin dejar que nada tenga acceso a nosotros.

Estamos en la época de la ligereza, del consumir rápido sin masticar y del postureo máximo. Y no es un tópico, es una triste verdad. El señor de las cucharas al menos tiene algo que le hace diferente, le envidio por ello, aunque él no parece estar muy contento.

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