THE OBJECTIVE
Salvador Aragonés

Adiós, Sharapova ¿para siempre?

La tenista rusa, Maria Sharapova, ha dicho adiós al tenis por dopaje. ¿Será para siempre? A esta tenista de cuerpo estilizado y tacones de cigüeña y minifaldas al vuelo, que ganó cinco Grand Slam (dos Roland Garros), no la veremos en los torneos. Consumió “meldonium”, un medicamento que se usa para prevenir la diabetes y la escasez de magnesio. En consecuencia, fortalecen la musculatura.

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Adiós, Sharapova ¿para siempre?

La tenista rusa, Maria Sharapova, ha dicho adiós al tenis por dopaje. ¿Será para siempre?

A esta tenista de cuerpo estilizado y tacones de cigüeña y minifaldas al vuelo, que ganó cinco Grand Slam (dos Roland Garros), no la veremos en los torneos. Consumió “meldonium”, un medicamento que se usa para prevenir la diabetes y la escasez de magnesio. En consecuencia, fortalecen la musculatura.

“Tomaba este medicamento desde hace 10 años, porque en mi familia hay diabéticos”, dijo Sharapova en su rueda de prensa donde anunció que se había dopado. El “meldonium” ha sido prohibido por la Agencia Mundial del Antidopaje (AMA) desde enero pasado y la tenista rusa ha caído a la primera de cambio, en el Open de Australia.

No importa que el medicamento se pueda comprar sin receta en los países del Este europeo, ex comunistas: lo había prohibido la AMA, y no tiene perdón. Sharapova ha perdido sus principales patrocinadores, que le rentaban casi 15 millones de dólares al año.

Ella quiere volver al tenis: “no quiero dejar el tenis ahora”, ha dicho. ¿Podrá volver? Si realmente es propensa a la diabetes y su cuerpo escasea en magnesio, lo tendrá difícil volver a competir como hasta ahora. Algunos pronostican una sanción por cuatro años, y otros por dos, y otros por unos meses. Pero el problema fundamental es si su físico aguantará sin “meldonium”. Ahora tiene 28 años, y la edad no perdona en los deportistas.

Muchos se preguntarán porqué los deportistas consumen substancias prohibidas. Unos por dinero, otros por seguir en la cresta de los éxitos, otros porque sus equipos o sus managers les animan a doparse, lo que va en contra de cualquier principio ético: la consecución de resultados deportivos falsamente, engañosamente, cuando el cuerpo no lo conseguiría sin la trampa del dopaje.

Ciertamente que el dinero tiene mucho que ver. Demasiado. Estamos convirtiendo a los deportistas de elite en máquinas o robots antinaturales, por la ambición del dinero y del éxito. Sus cuerpos, una vez fuera de las competiciones, se marchitan y pagan el precio de tomar artificios en su juventud. El castigo no debe ser suave para quienes se dopan, porque se ha engañado al público y al deporte. Con doping, cualquiera.

Adiós Sharapova, ¿para siempre?

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