THE OBJECTIVE
Carme Chaparro

Algo que sólo podía crear el hombre

Nos mira triste. Él nos mira con una infinita tristeza asomándole por los ojos. Con la resignación de quien ha decidido ya dejar de protestar. Hacedme lo que queráis, ya me da igual. Les presento a Peanut, el can más feo del mundo, un cruce entre chihuahua y Shi Tzu.

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Algo que sólo podía crear el hombre

Nos mira triste. Él nos mira con una infinita tristeza asomándole por los ojos. Con la resignación de quien ha decidido ya dejar de protestar. Hacedme lo que queráis, ya me da igual. Les presento a Peanut, el can más feo del mundo, un cruce entre chihuahua y Shi Tzu.

Nos mira triste. Él nos mira con una infinita tristeza asomándole por los ojos. Con la resignación de quien ha decidido ya dejar de protestar. Hacedme lo que queráis, ya me da igual.

Les presento a Peanut, el can más feo del mundo, un cruce entre chihuahua y Shi Tzu. Como si su vida no hubiera sido suficientemente de perro, su dueña decidió apuntarlo a un absurdo concurso humano en el que gana la mascota más horrorosa. Y en el que su propietario se lleva 1.500 dólares, por cierto.

Peanut ha vencido a otros treinta perros feos. Melena indomable, ojos bizcos y saltones, cara deformada y dientes irregulares. El cuerpo lleno de cicatrices: quemaduras de cuando era un cachorro, antes de que acabara en un refugio y su actual dueña lo rescatara. Por cierto, algunas asociaciones en defensa de los animales sospechan que las imperfecciones y las calvas de algunos de esos perros son provocadas por sus dueños para intentar ganar ese tipo de concursos.

De la tortura física de cuando era un cachorro, ahora Peanut ha pasado a la mental, exhibido en concursos, televisiones y periódicos de todo el mundo como un trofeo al feísmo. Llevado a absurdos shows de televisión donde estilistas, peluqueros y maquilladores intentan transformarlo en alguien de apariencia bella. Transporte en limousina, salones de belleza, ropa a medida, mascarillas capilares, limpieza de garras, pulimiento de dientes, abrillantamiento de pelo, flashes, grititos de admiración, más flashes. Una dueña orgullos que lo transporta en un cojín de seda de plató en plató.

Les presento al perro objeto más feo del mundo.

Algo que sólo podía crear el hombre.

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