THE OBJECTIVE
Paco Segarra

Ame usted a Josu Ternera

No aceptar que la muerte nos alcanzará a todos es uno de los males de esta humanidad extraviada. Morir por un tifón o por una bomba lapa es morir

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Ame usted a Josu Ternera

No aceptar que la muerte nos alcanzará a todos es uno de los males de esta humanidad extraviada. Morir por un tifón o por una bomba lapa es morir

Parece ser que el Papa Francisco se levanta a las cuatro de la mañana, se prepara él mismo el café y reza durante tres horas antes de celebrar la Santa Misa. Me gustaría saber si los críticos del Papa -de un lado y de otro- oran tanto como él. Hablar y no hacer es señal inequívoca de fariseismo, que es la forma más sofisticada y perversa de lo diabólico, porque se acaba asesinando a Dios.

Bien. El Papa Francisco no se resigna a pensar en un Oriente Medio sin cristianos. Así lo ha manifestado a los patriarcas de las Iglesias Orientales reunidos en el Vaticano. El Papa también ha convocado una jornada de oración por Filipinas para este próximo domingo. Y dirán ustedes: ¿qué tiene que ver una cosa con la otra, y todo ello con Josu Ternera? La respuesta es sencilla: tiene que ver con rezar y con la muerte.

La oración es el arma más poderosa del mundo. No se queje por la situación de nuestros hermanos en Oriente Medio: rece por ellos, sacrifíquese por ellos como lo haría por uno de sus hijos, por uno de sus amigos, por quien usted más quiera. El odio del que son víctimas allí nuestros hermanos sólo se combate con el amor y la oración. «Venced al mal con abundancia de bien», dice la Escritura. Por eso debe usted -y yo, por supuesto- amar a Josu Ternera y a todos los asesinos. Debe rezar por ellos y alejarse de toda sombra de venganza. «Amad a vuestros enemigos y haced el bien a los que os odian.» Jesús no puede ser más claro.

¿Y la muerte? No aceptar que la muerte nos alcanzará a todos tarde o temprano es uno de los males de esta humanidad extraviada. Morir por un tifón o por una bomba lapa es morir. Tiene muy poco sentido enfadarse con el tifón o con la bomba lapa. En cuanto al que la pone, es tan hijo de Dios como usted y como los islamistas que masacran cristianos; lo que toca es intentar salvarle de un destino que hoy niega casi todo el mundo, incluso algunos curas: el infierno eterno. Destino que usted compartirá como siga empeñado en no amar a quien le hizo tanto daño aquel día. Créame y haga como el Papa: rece más. Tendrá paz y obrará el bien.

Post Scriptum:  «Maniatado y lleno de heridas le obligaron a subir por sí mismo a un árbol. Allí fue tiroteado sin piedad por un alto oficial. Murió perdonando a sus torturadores.» San Pedro Esqueda Ramírez, mártir mejicano.

 

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