THE OBJECTIVE
Álvaro del Castaño

Amnesia

«Aunque les pese algunos, podemos afirmar a pulmón libre que el mundo sin España no sería lo que es: así de rotundo y así de simple»

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Amnesia

Beninho | Wikimedia Commons

Aviso a los que solo leen las primeras cinco líneas de un articulo para decidir si siguen adelante con la lectura: esta tribuna no va de Camilo José Cela.

Tampoco va de literatura. Pero os cuento que he aprovechado las vacaciones para leer al gran Camilo José Cela, y más precisamente Viaje a la Alcarria (1946). El libro es una joya, por su valor literario, su estilo rompedor, y por su innovadora perspectiva sobre el libro de viajes. Así,  aprovecho que el Pisuerga pasa por Valladolid para recomendaros, queridos lectores, (sobre todo a los mas jóvenes, si los hay) que retoméis al genial premio Nobel, portento literario, icono cultural, personalidad arrolladora y gran provocador, ejemplo de lo políticamente incorrecto (recordad su capacidad de «absorción anal», por ejemplo). Ahora tristemente olvidado, Camilo we miss you. Pero solo traigo a colación al genio de Padrón para hacerme eco de una de las reflexiones que recoge en el citado libro. Hacia el final de su periplo a pie por «ese hermoso país al que a nadie le da la gana ir», y a su llegada a Pastrana afirma que en ese pueblo podría encontrarse la clave de algo que sucedía en España en esa época: «el pasado esplendor agobia y, para colmo, agosta las voluntades, y sin voluntad, … y dedicándose a admirar las pretéritas grandezas, mal se atiende al problema de todos los días. Con la panza vacía y la cabeza poblada de dorados recuerdos, los dorados recuerdos se van cada vez más lejos y al final, y sin que nadie llegue a confesárselo, ya se duda de que hasta hayan sido ciertos alguna vez, ya son como un caritativo e inútil valor entendido».

En esos duros tiempos, justo después de la Guerra Civil, España era extremadamente consciente de su glorioso pasado, puesto que era de uno de los pilares culturales esenciales del régimen de Franco. Quizá en esa época nuestro lustroso pasado servía de excusa para la inacción y para evitar ocuparse de los problemas reales del día a día, como afirmaba Cela. El problema es que en la actualidad hemos pasado del exceso de épica a ser un erial histórico. Parafraseando a Don Camilo podríamos decir que «con la panza llena, y la cabeza vacía de los dorados recuerdos» las nuevas generaciones tienen un conocimiento escasísimo o casi nulo de nuestra historia y por lo tanto tienen una idea de España como nación relativamente fraccionada, tímida, endeble y débil. No son conscientes del increíble dominio mundial que ejercimos durante siglos, de nuestra extraordinaria influencia cultural en cuatro continentes, de nuestras contribuciones a la ciencia, de nuestra supremacía cultural, artística, militar y naval durante siglos. «España es el país más fuerte del mundo, los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido», decía Otto von Bismarck.

Los españoles, sin ese legado, sin ese orgullo de pertenecer a una gran familia que remonta sus hazañas a los albores de occidente, estamos condenados al apocamiento. Este desconocimiento, junto con el estúpido revisionismo populista, hace que los medios de comunicación, la industria cultural, nuestra RTVE, y nuestros colegios eviten divulgar, celebrar y recordar las efemérides de nuestra historia. Pero, aunque les pese algunos, podemos afirmar a pulmón libre que el mundo sin España no sería lo que es: así de rotundo y así de simple. Para apuntalar este razonamiento me atrevo a enumerar unas breves pinceladas históricas.

Empiezo por subrayar que fuimos los primeros en Europa en parar el ímpetu imperialista del Islam gracias a la Reconquista (periodo de setecientos anos desde la conquista Omeya de Hispania hasta la caída del reino NazarÍ de Granada en 1492), lo que provocó un efecto dominó a lo largo del Mediterráneo. Anos más tarde, volvimos a detener en seco su expansión, esta vez frente al imperio otomano en Lepanto (1571), en donde nuestro Miguel de Cervantes combatió (por cierto, perdiendo un brazo en la contienda, de ahí lo del «Manco de Lepanto») junto con la alianza católica liderada por España, «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros». Ojo, que nadie encuentre en estas palabras sesgo o rastro de «islamofobia» o alguno. Es un fait accompli que el mundo musulmán y el cristiano occidental son totalmente distintos desde el punto de vista sociológico y cultural. Si España hubiera sido musulmana, nada de lo que cuento a continuación hubiera ocurrido, ergo, España ha variado el devenir de la historia de occidente.

Más adelante, ya como entidad política unitaria, fuimos el primer imperio realmente global del mundo desde el Siglo XVI a mediados del XVIII (con presencia en toda Europa, América, Asia y África). Nuestro dominio fue conjunto con Portugal, no olvidemos a nuestros queridos vecinos que también sufren esta tenebrosa amnesia voluntaria.

Pero el papel más importante de nuestra historia ha sido, en mi opinión, nuestra titánica labor de expansión global del catolicismo y el cristianismo. Algo único y singular. Llevamos la fe de Cristo a lo largo y ancho de toda América, Asia (recordemos que Filipinas es el único país católico de Asia) y África (a través de nuestros misioneros). ¿Se imaginan un mundo sin el cristianismo como pilar de occidente?

No olvidemos tampoco el descubrimiento y conquista de América (ahora tan denostado por los topes de lo «políticamente correcto y lo históricamente incorrecto»), hazaña llevada a cabo por un puñado de hombres – algo verdaderamente increíble y extraordinario – y que transformó el mundo, revolucionó a la sociedad, el comercio y los transportes. ¿Se imaginan América si esta hubiera sido descubierta por los rusos o los vikingos?

También es un logro espectacular que el Español sea la segunda lengua mundial y es la lengua oficial en veintiún países, y lengua vehicular de cientos de millones de personas en el mundo, incluidos los EEUU. ¿Se imaginan América sin el español?

Aunque los realmente cultos y sabios (entre los que no me encuentro, puesto que desconocía totalmente la relevancia de esto) dicen que la mayor contribución de nuestra nación a la humanidad es la olvidada Escuela de Salamanca (que comenzó con el dominico Francisco de Vitoria, 1483-1546), precursora de los derechos humanos y de la economía moderna. Este hecho que ha sido absolutamente soslayado a propósito por los alentadores de la leyenda negra. ¿Se imaginan el mundo sin los derechos humanos o los principios de la economía moderna?

Y como colofón, y para rematar mi argumentario, simplemente me vale mentar una serie de nombres propios: Cervantes, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Quevedo, Machado, Unamuno, García Lorca, Baroja, Ortega y Gasset, Velázquez, Goya y Picasso. ¿Se imagina el mundo sin estos genios?

Sé que algunos pensaran que me he dejado algo de enorme trascendencia en el tintero (por cierto, me he dejado muchas cosas, pero esto no es un tratado, solamente un breve artículo). Están en lo correcto. Me he reservado para el final una gesta que justamente se conmemora en estas fechas y que me resulta tremendamente cercana, dado que mi ultima novela (Muerte en Manila, editada por la Esfera de los Libros) transcurre por esos lares. Además, quiero recurrir a este acontecimiento histórico porque me ayuda a recordar la épica de nuestros grandes líderes, la iniciativa de los valientes e innovadores, y nos demuestra de lo que somos capaces como pueblo cuando somos ambiciosos, creemos en nuestro destino y nos ponemos en manos de los mejores. El pasado 16 de Marzo de 2021 llegó a Filipinas el buque insignia de la armada, Elcano. Ese mismo día se conmemoraron 500 años de nuestro «descubrimiento» de las extraordinarias islas Filipinas por los expedicionarios de Magallanes y Elcano, un viaje cuyos objetivos eran demostrar empíricamente que el mundo era redondo (circunvalación del mundo) y encontrar nuevas rutas hacia las Indias. Recordemos que estas tierras fueron bautizadas así en honor del entonces Príncipe de Asturias, el cual, unos años más tarde pasaría a reinar como Felipe II. Desde ese momento «el sol nunca se pondría en el imperio español». Esta increíble aventura de la primera vuelta al mundo fue liderada por el marino portugués Magallanes dentro de una empresa bajo pabellón español, financiada y promovida por la corona española. Magallanes murió unas semanas más tarde de su llegada a Filipinas en un encontronazo con un cacique local, quedando su cuerpo enterrado en esas lejanas tierras. Juan Sebastián Elcano tomó el relevo del liderazgo de la hazaña, consiguiendo terminar la vuelta al mundo y tocando tierra en el puerto de Sevilla el 8 de Septiembre de 1522. La empresa había partido de España en 1519, con cinco barcos y casi trescientos hombres a bordo. Tras 75,000 km de navegación y tres años de aventura, volvieron solamente dieciocho marinos hambrientos, harapientos y descalzos, cuya primera acción al tocar tierra fue la de cumplir su promesa de visitar las iglesias de Nuestra Señora de la Victoria y Santa Maria de la Antigua.

Ambición, liderazgo, union, valentía, innovación, ciencia, fe y sacrificio, eso es España. Volvamos a ser España.

«Oh Patria! Cuántos hechos, cuántos nombres;

cuántos sucesos y victorias grandes…

Pues que tienes quien haga y quien te obliga,

¿Por qué te falta, España, quien lo diga?».

(Lope de Vega).

PD: ¿Por qué TVE no dedica su ingente presupuesto a promover la cultura? ¿Porqué no invierte en desarrollar apasionantes series históricas, a producir documentales extraordinarios, a contar las mil y una hazañas (con sus luces y sombras) épicas, políticas, culturales, científicas, religiosas de nuestra historia, de nuestro presente y de nuestro porvenir? Así evitaríamos la bochornosa propaganda política actual, a costa de nuestros bolsillos, el consiguiente despilfarro, y de paso reforzaríamos nuestra necesitada industria cinematográfica y cultural.

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