THE OBJECTIVE
Víctor de la Serna

Arrepentimiento, no; reafirmación, sí

Recuerdo bien aquella espesa humareda negra que se elevaba del parking de la T4

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Arrepentimiento, no; reafirmación, sí

Recuerdo bien aquella espesa humareda negra que se elevaba del parking de la T4

Recuerdo bien aquella espesa humareda negra que se elevaba del parking de la T4, de cómo nos paró la policía a unos metros de la terminal y de cómo mi hija Cristina, abogada especializada en derechos humanos a la que llevaba al aeropuerto, me decía: «¡Qué horror, papá. Qué horror!». Hoy se han cumplido siete años del día en que ETA asesinó a otros dos pacíficos ciudadanos en Madrid, justo cuando Rodríguez Zapatero acababa de anunciar, todo rimbombante él, que el fin del terrorismo estaba próximo.

Pues hemos llegado aquí en medio de un nuevo estallido de optimismo, que esta vez no nos llega directamente del poder político, porque éste sigue la senda del anterior pero con la boca pequeñita, sino de los medios informativos, encabezados por el periódico de mayor difusión, ‘El País’, y por su cronista y hagiógrafo de la ‘normalización’ del País Vasco, Luis Rodríguez Aizpeolea. Entre el periódico y el escriba nos presentan un manifiesto de los presos etarras en términos totalmente ditirámbicos: ‘Los presos de ETA se rinden a la ley’. Y todo a cuento de un comunicado de los etarras en el que ciertos periodistas ven un reconocimiento del «daño causado»: los presos «se resignan a sus condenas» y «admiten por primera vez el daño causado y acatan la ley».

Pero qué vergüenza. No ha habido ninguna palabra de arrepentimiento, y ese acatamiento de la ley no es para cumplir las penas, sino para aceptar procedimientos legales rápidos y «escalonados» de excarcelación. Esto no es más que un paripé por parte de los que no se han beneficiado de la suspensión de la doctrina Parot. Y al decir eso de que «lo que nos trajo a prisión fue la lucha por la libertad política y social de nuestro pueblo, y desde la cárcel seguimos luchando» y siguen «exactamente igual que el primer día en que nos implicamos en la lucha», se reivindican, no piden perdón.

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