THE OBJECTIVE
Roberto Herrscher

¿Así que esto era el Tratado de Libre Comercio?

Un video en el que se ve a los tractores de oruga destruyendo sacos y sacos de arroz ante la mirada desolada de los campesinos colombianos muestra la magnitud del desastre y debe ser una señal de alerta para los gobiernos de la región

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Un video en el que se ve a los tractores de oruga destruyendo sacos y sacos de arroz ante la mirada desolada de los campesinos colombianos muestra la magnitud del desastre y debe ser una señal de alerta para los gobiernos de la región

Cientos de miles de campesinos colombianos tomaron las rutas, cortaron el tránsito y se manifestaron en los últimos días contra la situación económica en el campo, contra los precios de los combustibles, la falta de servicios sociales y, principalmente, contra los efectos del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (TLC), que permite la llegada masiva de productos agrícolas subsidiados y aboca a los pequeños agricultores locales a la ruina.

Una de las gotas que rebasó el vaso fue la destrucción por parte de las fuerzas armadas de miles de toneladas de semillas que los campesinos guardaban de cosechas anteriores, para usar en las siguientes, como habían hecho por generaciones. El TLC obliga a los agricultores a usar sólo semillas certificadas (la mayoría provenientes de EE UU). Es el triunfo de las semillas transgénicas, que no se reproducen sino que deben ser compradas para cada cosecha. Es la derrota de la agricultura tradicional y del modo de vida de los pequeños campesinos, que en Colombia componen una amplia capa de población rural.

Un video, que circula en Youtube, donde se ve a los tractores de oruga destruyendo sacos y sacos de arroz ante la mirada desolada de los campesinos, muestra la magnitud del desastre y debe ser una señal de alerta para los gobiernos de la región que ya firmaron o están a punto de firmar sus propios TLC. En Colombia no se informó debidamente a la población, y cuando se muestran los efectos de este tratado en las vidas y modos de subsistencia de la población más desfavorecida, ya es tarde.

¿Se puede hacer algo? Los campesinos salieron en masa a tomar las carreteras, en las manifestaciones más importantes en más de un cuarto de siglo. Están tomando fuerza para poder negociar.

¿Cómo respondió el gobierno de Juan Manuel Santos? El presidente, proveniente de una de las familias «dueñas» del país, se bajó del helicóptero donde recorrió los sitios conflictivos y declaró que «el tal paro nacional agrario no existe». Al día siguiente, las protestas se multiplicaron. Hubo altercados y vandalismo. Los manifestantes acusaron al gobierno de enviar alborotadores disfrazados. El gobierno envió al ejército, que tomó las calles de la capital y muchas carreteras del país, desatando una represión feroz, también captada en videos que circulan por las redes sociales.

La situación es grave: el gabinete en pleno renunció para dejar las manos libres a Santos. Se supone que varios ministros, incluido el de Agricultura, que lleva sólo tres meses en el cargo, no serán confirmados. Santos está cerca de cumplir su mandato y según la mayoría de los analistas y medios, quiere presentarse a la reelección. La oposición de izquierda es débil. De hecho, su más fuerte oponente es el ex presidente Álvaro Uribe: un ultraderechista, quien hace que el derechista Santos parezca de centro.

Algo se mueve en la «conservadora» Colombia. Tal vez las consecuencias claramente inaceptables del TLC hayan por fin movido a la acción a los perdedores del sistema. Tal vez las posibilidades de paz con la guerrilla de las FARC (una negociación que continúa en La Habana y que da aire al gobierno) lleven después de tantos años de inmovilidad a que los colombianos se planteen finalmente la protesta pacífica como búsqueda de cambio.

Después de todo, si ya se metieron en tu finquita a destruir tus semillas porque se lo prometieron al Tío Sam, ¿qué más hace falta? ¿No llegó el momento de hacer algo?

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