THE OBJECTIVE
Leopoldo Abadia

Buena educación

Siempre digo que la educación de los hijos es responsabilidad única y exclusiva de los padres. En un libro escribí eso. Luego lo releí y eliminé lo de «única y exclusiva». Lo volví a releer y lo volví a poner.

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Buena educación

Siempre digo que la educación de los hijos es responsabilidad única y exclusiva de los padres. En un libro escribí eso. Luego lo releí y eliminé lo de «única y exclusiva». Lo volví a releer y lo volví a poner.

Ya sé que los colegios son importantes. Ya sé que lo primero que hace un ministro de Educación cuando le nombran es una reforma. Más filosofía, menos filosofía. Menos religión, más matemáticas. Más historia adornada según las conveniencias de la comunidad autónoma donde el pobre niño viva o más idioma que no le servirá de nada cuando se le ocurra viajar.

Pero educar, lo que se dice educar, o sea, «desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales» del chaval, o «enseñar los buenos usos de urbanidad y cortesía», los padres.

Cuando veo la foto de este mozo que le está enseñando a su hija a manejar un arma, pienso que ya puede ir esta cría al mejor colegio y a la mejor universidad del mundo, que no le servirá de nada. Porque todo lo bueno que le enseñen allí y todo el esfuerzo que hagan los profesores se derretirá cuando, al llegar a casa, su padre le espere sonriente, con el arma cargada y le diga: «¡vamos a practicar un rato!»

La niña de la foto, más inteligente que el padre, no mira donde él apunta. Mira hacia otro lado, como si le estuviera diciendo que sí, que ya sabe que hay que defenderse, pero que espere un poco, que tiene que estudiar el catecismo o pintar de colores los cuadernos de dibujo sin salirse de las líneas.

A la hora de la cena, alguien tendrá que decirle a la niña que no se habla con la boca llena o que, si no es zurda, se coge el tenedor con la izquierda y el cuchillo con la derecha.

En este caso, mejor que se lo diga la madre, porque el padre será capaz de decirle que el tenedor se coge con la mano izquierda, que es la que se usa para mantener el fusil y el cuchillo con la derecha, que es con la que se aprieta el gatillo.

Y, de aquí a unos años, cuando esta niña y otros niños tan desgraciados como ella, organicen una matanza en cualquier sitio que les apetezca porque les cogía de camino, todos diremos que la juventud está podrida y que ya no es como la de nuestros tiempos, en vez de pensar que los que se han estropeado son los padres en algún momento de su vida.

Pobre hija, ¡ánimo! A ver si tienes suerte, creces, te buscas un novio que haya tenido unos padres normales y que, con mucho esfuerzo, consiga educarte. Y que se enamore tanto de ti que resista a la tentación de mandarte a hacer gárgaras y buscarse una chica normal.

¡Feliz año 2016! ¡Que tengamos suerte y nos encontremos con muchas personas normales!

Aunque no sepan disparar.

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