THE OBJECTIVE
Melchor Miralles

Cataluña al más bajo nivel

Albert Boadella es un cómico con inmenso talento, y vaya usted a saber si la coña de la presidencia de Tabarnia no coge vuelo y termina cuajando. Ahora se ha presentado en la puerta de la vivienda de Carles Puigdemont en Waterloo, un barrio pudiente de Bruselas, donde ha intentado, sin éxito, mantener una reunión “al más bajo nivel” con el ex presidente fugitivo. Está bien tirada la humorada de “al más bajo nivel”, porque desde hace años todo lo relacionado con la política en Cataluña es del más bajo nivel que hayan visto nuestros ojos.

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Cataluña al más bajo nivel

Albert Boadella es un cómico con inmenso talento, y vaya usted a saber si la coña de la presidencia de Tabarnia no coge vuelo y termina cuajando. Ahora se ha presentado en la puerta de la vivienda de Carles Puigdemont en Waterloo, un barrio pudiente de Bruselas, donde ha intentado, sin éxito, mantener una reunión “al más bajo nivel” con el ex presidente fugitivo. Está bien tirada la humorada de “al más bajo nivel”, porque desde hace años todo lo relacionado con la política en Cataluña es del más bajo nivel que hayan visto nuestros ojos.

Viene bien el humor para soportar el tedio. La situación en Cataluña es perversa, los independentistas siguen en el dislate, en su camino a ninguna parte, y les trae al pairo arrastrar en su locura a los ciudadanos, que padecen la ausencia de gobierno y un Parlamento fantasma. Ahora están en la búsqueda incesante de más mártires de su causa y tratan de convertir en presidente de la Generalitat a otro presunto delincuente. En la confrontación con el Estado, además de en el trinque, está todo lo suyo, su esencia.

Me pregunto si algún día los independentistas, que tienen entre todos, los de derechas de toda la vida, los de izquierdas de siempre y los antisistema de la CUP, mayoría parlamentaria, serán capaces de formar un gobierno autonómico sensato, cabal, capaz de pensar en el bienestar de los ciudadanos, en resolver sus problemas, en hacer política de verdad, y no la farsa posmoderna en la que están desde hace tanto tiempo, financiada con el dinero de sus víctimas. Lo dudo. Lo suyo es llevar la tensión al máximo, ahí es donde se sienten en casa, cómodos, y les importa una higa la fractura de la sociedad catalana, incluso intuyo que les va bien, porque la bronca es su territorio, el fango el territorio en que se sienten como en casa. Siguen pretendiendo en el fondo un presidente de la Comunidad Autónoma republicano e ilegal, afincado en Bruselas, apoyado en el interior por la recua de organizaciones afines subvencionadas.

Turull, la siguiente víctima de lujo, fue un títere de la Cataluña más corrupta que se ha conocido, la de Jordi Pujol y su Convergencia. Incluso fue secretario de Oriol Pujol, condenado ya en el caso de las concesiones fraudulentas de las ITV. E hizo carrera en Sant Cugat del Vallés, donde puede salir salpicado también por corruptelas varias y variadas. En fin, que sí, que todo en Cataluña es al más bajo nivel, y más bajo cada día.

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