THE OBJECTIVE
Aurora Nacarino-Brabo

Cazafantasmas

Españoles, Franco ha muerto. Puede parecer una obviedad, pero la actualidad me obliga a hacer esta aclaración. Nos encontramos en la XII legislatura de la democracia, que arrancó hace exactamente 500 días, 344 si solo tenemos en cuenta las jornadas laborables. En este tiempo, en el Congreso de los Diputados se han registrado 155 iniciativas que versaban sobre el franquismo o la guerra civil. Es decir, una iniciativa cada dos días, más o menos.

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Cazafantasmas

Españoles, Franco ha muerto. Puede parecer una obviedad, pero la actualidad me obliga a hacer esta aclaración. Nos encontramos en la XII legislatura de la democracia, que arrancó hace exactamente 500 días, 344 si solo tenemos en cuenta las jornadas laborables. En este tiempo, en el Congreso de los Diputados se han registrado 155 iniciativas que versaban sobre el franquismo o la guerra civil. Es decir, una iniciativa cada dos días, más o menos.

La mayoría de ellas ha sido planteada por Podemos o sus confluencias, lo cual da una idea de que la nueva izquierda se brega con intensidad en el antifranquismo. Un antifranquismo, eso sí, ay, sin Franco. Un antifranquismo extemporáneo que se permite juzgar y censurar a los antifranquistas de verdad: que vayan a hablar con Sartorius, que le pregunten a Coscubiela, que busquen a Savater.

Podemos es un partido del siglo XXI atrapado en la memoria de un partido de 1940. Eso tiene ventajas indudables. Por ejemplo, uno puede ser todo lo combativo que quiera contra Franco y saber que después se irá a dormir a su buhardilla de Malasaña. Se puede pelear contra la dictadura desde el escaño almohadillado de la democracia parlamentaria. Se puede arrojar pintura contra la penúltima estatua del dictador y esperar tranquilamente la llegada del servicio municipal de limpieza.

Una contempla la evocación permanente de ‘Paca la culona’ como quien asiste a una sesión de espiritismo. Pero en realidad la labor de Podemos es mucho más batalladora que la de un mero medium: es un trabajo para los Cazafantasmas. ¿Cómo era eso que decía Jon Lee Anderson de que el problema de España es que se habla poco de Franco?

El año pasado causó furor una escultura decapitada del caudillo que fue instalada en el BCCM de Barcelona. A los pocos días no quedaba nada de ella. Fue retirada por el ayuntamiento después de que fuera bravamente combatida por una legión de hipsters barbudos. Primero le cayeron huevos, luego le pusieron una cabeza de cerdo, más tarde una muñeca hinchable.

Al final, claro, la rompieron. La retiró una grúa, alzándola en el aire mientras el dictador decapitado ondeaba su capa estelada con los colores del arcoiris, símbolo del independentismo LGTBI. Habría sido transgresor hace 40 años.

El otro día lo pensaba: manda huevos que lo más subversivo que se ha hecho en este país en las últimas décadas haya sido poner a Manolo Escobar a todo trapo en un balcón de Sarrià-Sant Gervasi. Y cantar que viva España.

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