THE OBJECTIVE
Nestor Barreira

Celebrar mi muerte

Son pequeños alumnos aventajados de Goebbles estos del DAES que publican los logros de sus barbaridades en una revista, suponemos, de tirada gratuita. El último número ha salido dedicado a los atentados de París y titula: “Solo terror”.

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Celebrar mi muerte

Son pequeños alumnos aventajados de Goebbles estos del DAES que publican los logros de sus barbaridades en una revista, suponemos, de tirada gratuita. El último número ha salido dedicado a los atentados de París y titula: “Solo terror”.

Oigo en tertulias la conveniencia o no del tipo de respuesta que hay que dar a estos señores. Oigo que hablan de diálogo y convivencia. A mí me enseñaron que se dialoga con quien quiere dialogar. De los que me atacan me protejo.

Acabo de ver cientos de videos de gente llamando al hermanamiento entre religiones. Chicos con los ojos tapados en medio de la Plaza de la República en París con carteles del tipo “soy musulmán. No soy terrorista”, mientras reciben abrazos de comprensión de sus paisanos. Hasta los propios musulmanes intentan diferenciarse de los bárbaros.  No es una guerra de religiones. Son estúpidos radicales con fusiles y contra estos hay que ir sin ningún género de dudas.

Después de las consideraciones morales organicemos una coalición internacional auspiciada por la ONU que mande unos cientos de miles de tropas terrestres a borrar del mapa a unos malditos que brindarán con champán por mi muerte, la de tu mujer, tu padre, madre, hijo…

Occidente tiene mucho por lo que pedir perdón. Seguro que somos culpables de desestabilizar zonas, apropiarnos de petróleo, vender armas, asesinar civiles… A los representantes de determinados países de Oriente Medio habría que preguntarles lo mismo.

Un padre le dice a un niño delante de la sala Bataclán que hay que pelear con flores y velas contra las pistolas y los “hombres malos”. El pequeño no lo entiende pero repite la frase de paz de su padre como un mantra. Confiemos en que mensajes de esta clase calen en nuestros jóvenes de aquí al difícil futuro que les espera. No me siento capaz de contestar qué clase de persona me consideraría si permito que mi país bombardease a los hombres malos para terminar con ellos. ¿Tendría su misma catadura moral? Es la hora de tomar decisiones. No esperaré sentado a que un tipo con una Kalashnikov me dé un tiro de gracia mientras me tomo un Nespresso. No celebrarán mi muerte.

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