THE OBJECTIVE
Ricardo Dudda

Coqueto, mejor ver

«Sí hay sociología y economía detrás de mis elecciones de piso, siempre marcadas por la precariedad»

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Coqueto, mejor ver

Michal Balog | Unsplash

Me tengo que volver a mudar de casa. Es la décima vez en diez años. Entre 2011 y 2021, mi estancia más larga en un mismo sitio ha sido tres años; la más corta tres meses. Durante un tiempo me dije a mí mismo que esta era la vida que quería. Sin ataduras, con una mochila a la espalda, sin apenas posesiones. ¿Qué necesitaba para vivir? Muy poca cosa. Una cama, una silla, una mesa y un flexo. Con esa fórmula, durante años me sentí autosuficiente. Patrimonio de 50.000 eur en CC. Contrato de trabajo de 5 años de antigüedad. Nómina de 2.000 eur netos. 3 cartas de recomendación a revisar por mis servicios jurídicos. Mayores de 40 años.

Luego me acostumbré a vivir bien, con muchas más cosas. Con tele más o menos grande, reproductor de vinilos, cuchillos japoneses, una slow cooker y muebles que no eran de Ikea. Todas estas comodidades, obviamente, no eran mías. Siempre me he aprovechado de la generosidad de los demás. Estudio bajo interior, sin ascensor, salón-dormitorio con cocina americana y baño. No tiene calefacción. Condiciones: mes de agencia, mes de fianza y mes corriente.

Mientras escribo esto en el salón, levanto la vista: una mesa grande de cristal, cuatro sillas, un sofá largo, una mesa de madera, dos butacas estilo años 60, una tele, un aparato de música, un reproductor de vinilos, dos estanterías de libros, una PlayStation4. De todo esto, solo la consola y una de las butacas son mías. Y la consola la compramos a medias. Se alquila estupenda vivienda tipo estudio de 22 m2, totalmente reformada, muy luminosa. En función de la documentación aportada, podrán aumentar las exigencias económicas que se soliciten. En esta nueva mudanza, la décima, vuelvo a irme casi con lo puesto: una mesa, una butaca de lectura, muchos libros, unos cuadros, un par de lámparas. 

No hay una sociología detrás de mis mudanzas constantes. Hay una psicología. Yo me lo he buscado. Las más importantes han sido como consecuencia del amor y del desamor. Semisótano interior sin ascensor. Urge el alquiler por lo que se alquilará a los primeros interesados, este tipo de viviendas no suelo [sic] durar mucho tiempo libre. Sí hay sociología y economía detrás de mis elecciones de piso, siempre marcadas por la precariedad: habitaciones cuyas ventanas no cierran bien en pisos viejos compartidos, una residencia a una hora de Madrid, un cuchitril de 35m2 que antes era un trastero, favores de amigos, conocidos y familiares. 

Leo un reportaje de Javier Jorrín en El Confidencial y me parece de ciencia ficción: «Antes de la crisis inmobiliaria, casi el 60% de los jóvenes emancipados entre 16 y 29 años tenía una vivienda en propiedad, y en el grupo de edad superior, de 30 a 44 años, el porcentaje de propietarios ascendía a casi el 75%. Desde entonces, estas tasas se han hundido y en el año 2019, antes de la pandemia, el porcentaje de propietarios jóvenes entre 16 y 29 años era de apenas el 25,5%, menos de la mitad que el nivel previo a la crisis». Presentación de aval bancario o depósito, equivalente a cuatro (4) mensualidades, más una de fianza, reembolsables al abandonar la vivienda; honorarios de agencia de 1 mes (más IVA) y el mes en curso.

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