THE OBJECTIVE
Anna Grau

Corrupción con anestesia

«No sé si nuestros queridos políticos nos toman por tontos o si es que de verdad lo somos, porque lo de la corrupción empieza a ser espeluznante»

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Corrupción con anestesia

Francisco Seco | AP

No sé si nuestros queridos políticos nos toman por tontos o si es que de verdad lo somos, porque lo de la corrupción empieza a ser espeluznante. Cuesta entender la irracionalidad generalizada, la tomadura de pelo sin fin, el desafío atroz a todo tipo de coherencia. Da igual que les pilles con las manos en la masa. Si son de los tuyos, defensa numantina de la presunción de infalibilidad (que no es lo mismo que de inocencia…) y táctica electoral del avestruz: enterrar la cabeza en la arena para seguir votándoles como si tal cosa. Si son de los de enfrente, a degüello venga o no venga a cuento.

Decía el clásico que la verdad es la verdad, la diga Agamenón o la diga su porquero. Bueno, pues nunca hemos estado más lejos de esa máxima, ni más cerca de la indignidad. Da vergüenza ver cómo los mismos que promueven escraches, mociones de censura y dimisiones fulminantes, al menor roce de una imputación son capaces de despachar con victimismo soberbio la más mínima petición de rendición de cuentas.

El independentista[contexto id=»381726″] o mero neocon (vergente) no soporta ni el olor de nadie que le hable de la fortuna de los Pujol, o así sea de las trapacerías de Laura Borràs. El mismo socialista que pedía (y obtuvo) la cabeza de Mariano Rajoy por la Gürtel, se escandaliza si le piden la suya por los ERES andaluces. Las cloacas del Estado son divinas si airean miserias del Emérito, pero, ay, si se atreven con Podemos. La palabra de una examante despechada tiene toda la credibilidad… pero un exabogado seguro que miente. Pedir algo tan discretito como dejar hacer a la Justicia es de franquistas. Y así todo.

¿En qué momento se inventó la corrupción con anestesia, la epidural política que insensibiliza a la carta, según te roben unos u otros? ¿Cuándo aprenderemos los de abajo que mientras soplen estos vientos de cinismo por arriba, nunca saldremos de pobres, de desgobernados y de indefensos ante cualquier calamidad?

Consideraciones morales aparte, la cosa se pone peor, se pone infinitamente fatal, cuando bajamos al lodo del pragmatismo. Porque a ver: si la corrupción se generaliza, frivoliza y minimiza de esta manera, si ya no es que todos sean más o menos iguales, sino que da igual si lo son, aparte de que nunca regeneraremos la política, iremos todos degenerando, degenerando, hasta el desastre final.

Es que ya lo de verse señalados como presuntos ni miedo les da. Aquí la última que dimitió fue por dos botes de cremas y, entre la lentitud de la Justicia, el vértigo de la política y el cachazudo masoquismo de sus víctimas (que somos todos…), ya ni quedan esperanzas de que la escandalera constante sirva de algo.

Abandonen por ejemplo toda esperanza los que esperen que nadie de Podemos deje voluntariamente el Gobierno (salga lo que salga), o que Pedro Sánchez se arriesgue a sacar del bidet una piraña morada terriblemente más peligrosa y mordedora (para él, en estos momentos, y en los que pronto vendrán…) fuera que dentro de la Moncloa.

Con lo cual: caerán mil chuzos de punta, saldrá de todo, se dirán de todo, pero aquí nadie va a aflojar la posición (ni los insultos), y las posibilidades de entendimiento civil, concordia institucional y sentido común de Estado serán cada vez más contadas y más arduas.

Peor aún: y es que en el fondo la corrupción, corrupción, barriobajera y matona, hace tiempo que es de cutres. O de principiantes de la “nueva” política. A los más resabiados del lugar ya no hay por dónde pillarles porque de meter mano en la caja (qué ordinariez) han pasado a destruirla. De robar a malversar. Gastan mal a sabiendas, inmolan las cotizaciones de los pensionistas, los sudores de los autónomos, la precariedad de los servicios públicos infrafinanciados, etc. Esa es la nueva corrupción. Hace tiempo que el Estado del bienestar funciona como una estafa piramidal que, de darse en la esfera privada, se pagaría con siglos de cárcel. Pero si cuando nos roban la bolsa los “nuestros” nos hace hasta gracia, ¿cómo no vamos a tomarnos con humor que nos lleven, además, la vida?

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