THE OBJECTIVE
Carmen Guitian

Cruzando el límite

Nadie sabe lo que se puede llegar a sentir por un animal hasta que lo tiene. Yo siempre había querido tener un perro, pero mi madre sentía un miedo injustificado que le impedía acercarse a ellos ya que con su simple presencia le invadía una sensación de pánico inexplicable.

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Nadie sabe lo que se puede llegar a sentir por un animal hasta que lo tiene. Yo siempre había querido tener un perro, pero mi madre sentía un miedo injustificado que le impedía acercarse a ellos ya que con su simple presencia le invadía una sensación de pánico inexplicable.

Nadie sabe lo que se puede llegar a sentir por un animal hasta que lo tiene. Yo siempre había querido tener un perro, pero mi madre sentía un miedo injustificado que le impedía acercarse a ellos ya que con su simple presencia le invadía una sensación de pánico inexplicable. Era la típica persona que se cambiaba de acera cuando un perro pasaba por su lado. Le aterraban. Hace unos años en una cena celebrada en una yeguada al aire libre, un perro se le acerco despacio, sin emitir sonido alguno. Se sentó a su lado y no sé por qué motivo, se puso a acariciarlo. Lo puso entre sus brazos y se quedó dormido en su regazo. Ese bendito día mi madre cambió de opinión. Los perros ya no eran seres temibles, sino adorables. Gracias a ese día, Michiko y Jose Manuel forman parte de nuestra vida.

Todo aquel que tenga un animal comprenderá mejor que nadie que el maltrato animal es una barbaridad. Conocer la noticia de que un club de criadores de perros de Kirguistan organiza peleas entre perros-lobo kirguises para elegir al más fuerte, para mejorar la raza, me produce el mismo estremecimiento que me produciría la organización de peleas a muerte entre seres humanos para conseguir aquel con mayor capacidad para matar.

Creer que mejorar una raza, es conseguir seleccionar a aquellos miembros con mayor capacidad para asesinar a sus semejantes, es una aberración. Es volver a la época de los romanos cuando los esclavos se peleaban a muerte en los coliseos como diversión de los ricos. Cuando se cruza el límite, cuando una pelea pasa de ser peligroso a divertido, es cuando tenemos que plantearnos que el mundo en el que vivimos no es normal. Ver como dos perros-lobo se pelean hasta que uno muere, y verlo con normalidad, roza la locura.

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