THE OBJECTIVE
María Ibañez y Jesús Jiménez

¡Cuánto miedo!

Leemos que el 2015 pasará a la historia de EEUU como el periodo en el que más armas se vendieron. Que durante el pasado black friday se registró un nuevo récord. Y nosotros pensamos ¡cuánto miedo, cuánto sufrimiento!

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¡Cuánto miedo!

Leemos que el 2015 pasará a la historia de EEUU como el periodo en el que más armas se vendieron. Que durante el pasado black friday se registró un nuevo récord. Y nosotros pensamos ¡cuánto miedo, cuánto sufrimiento!

Desde luego, hay que protegerse de los peligros y de los desordenes psicológicos de personas que son capaces de disparar o apuñalar a otros. Pero cuando se recurre a las armas para protegerse, es que la batalla contra el miedo ya se ha dado por perdida.

Para resolver el miedo, hay que aprender a afrontarlo correctamente

Se puede tener miedo y no ser consciente de él. Por ejemplo, siempre que alguien se enfada o tiene ira es por un miedo subyacente. ¿Pero cuántos de ustedes saben por qué miedos se enfadan?

Por otro lado, cuando se es consciente de tener miedo, normalmente se sufre, pero no se sabe cómo afrontarlo correctamente, ni cómo resolverlo definitivamente. Y no. La manera no es aguantarse, ni hacerse el valiente, o el fuerte reprimiéndose. Esto sólo lo pospone.

Todo miedo tiene una parte racional, unos pensamientos que surgen de un error psicológico. Y, desde luego, tiene una parte emocional, que se traduce en sensaciones corporales. Es habitual que las personas no sepan describir dónde sienten, o cómo son, las diferentes emociones tales como la tristeza, la ira… Y lo mismo ocurre con el miedo.

Las sensaciones y emociones se sienten en el cuerpo

En diferentes partes del cuerpo. Se sienten, no se piensan, y si se piensan son pensamientos, no emociones. La mayoría de la gente cuando tiene miedo, piensa. Lo sufre y piensa, lo que suele aumentar el miedo, reprimirlo o transformarlo en ira.

El primer paso para resolverlo, no para vencerlo ni gestionarlo, ni controlarlo ni reprimirlo…, para resolver el miedo es necesario centrar la atención en las sensaciones que produce. Esto hay que aprender a hacerlo y se puede llevar a cabo en un lugar tranquilo, sentado en un sillón. Basta con evocar, recordar o pensar en aquello que se teme. Después se puede aprender hacerlo en la vida cotidiana, cuando surge esa emoción espontáneamente.

Una vez que se aprende a perder el miedo al miedo, a sus sensaciones corporales, se puede, se debe, aprender a descubrir sus causas reales, sus raíces, que son los errores psicológicos de los que surge el miedo.
Cuanto menor es el miedo, mejor actúa la inteligencia.

En ausencia de miedo, se pueden encontrar las soluciones, las respuestas a los retos de la vida, respuestas que son buenas para todos, incluido uno mismo.

Resolver el miedo facilita sentir, pensar y actuar de forma más inteligente y bondadosa, hacia uno mismo y hacia los demás.

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