THE OBJECTIVE
Jose Balsa Barreiro

Cuestión de humos (y más)

España ha logrado reducir en la última década en una cuarta parte el número de fumadores. Sin embargo, el número de fumadores en España sigue siendo de aproximadamente un 25% de la población.

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Cuestión de humos (y más)

España ha logrado reducir en la última década en una cuarta parte el número de fumadores. Sin embargo, el número de fumadores en España sigue siendo de aproximadamente un 25% de la población.

Actualmente unos 6 millones de personas, la mayoría en países en vías de desarrollo, mueren de forma prematura debido a enfermedades derivadas directamente del consumo de tabaco. De seguir el patrón actual y su ritmo de crecimiento, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) estima que morirán en el mundo unos 450 millones de personas de aquí a mediados de siglo. Y esto al menos que alguien (o algo) lo evite.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha instado a los gobiernos a actuar. Para ello, basándose en conclusiones de estudios preliminares, ha propuesto como estrategia más efectiva la subida de impuestos. Esta medida permite reducir tanto el consumo de tabaco como el número de muertes, además de disuadir a los jóvenes que empiezan a fumar.

Sin embargo, algunos gobiernos tienen sus reticencias a la hora de subir los impuestos al tabaco por temor a los posibles daños económicos derivados de la pérdida de empleos y de una caída de los niveles de recaudación fiscal tanto por la propia reducción del volumen de ventas como por la estimulación del comercio de contrabando.

España fue, hace unos años, uno de los países pioneros a nivel mundial con la aplicación de la Ley Antitabaco de 2011, la cual limitaba de forma drástica los espacios de humo en locales públicos. España ha logrado reducir en la última década en una cuarta parte el número de fumadores, gracias a la aprobación de ésta y otras leyes, junto a toda una serie de campañas mediáticas contra el tabaco. Sin embargo, el número de fumadores en España sigue siendo de aproximadamente un 25% de la población, una cifra considerablemente superior a la de muchos países desarrollados como Suecia (12%).

En España casi un 80% del precio de una cajetilla de tabaco corresponde a impuestos, lo que permite al Estado recaudar unos 9.000 millones de euros (aprox. 1% del PIB). Por su contra, tiene unos costes sanitarios demasiado elevados (en torno al 15% del presupuesto sanitario de nuestro país), además de otros asociados como los derivados del absentismo laboral.

Sin embargo, esta estimación solo tiene en cuenta a los fumadores activos (50.000-60.000 muertes al año) y no a los pasivos (más de 1.500-3.000 muertes al año), los cuales están ante un caso grave de indefensión e injusticia social. Se estima que el Estado invierte unos 500 millones de euros al año sólo en atención para fumadores pasivos.

Uno de los grupos más indefensos de entre los indefensos es el de los niños. De hecho, casi la mitad de los niños del mundo, en torno a unos 700 millones, respiran habitualmente aire contaminado por humo de tabaco debido, en gran parte, a que uno de sus progenitores es fumador.

 

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