THE OBJECTIVE
Pilar Cernuda

De mal en peor

«No hay día sin afán ni día sin que una iniciativa o una declaración de Sánchez o de algunos de sus ministros nos hagan preguntarnos qué hemos hecho para merecer esto»

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De mal en peor

Ballesteros/POOL | EFE

Si este es el Gobierno de la recuperación y el feminismo, vamos de ala. Hace falta ser muy fanático, y muy ciego, para creer que con este equipo se solucionan los graves problemas que tiene España, que contamos con un equipo sólido para superar la crisis y que Pedro Sánchez ha hecho un esfuerzo ímprobo para contar con mujeres con una biografía aplastante forjada en un mundo de hombres que no tenían más objetivo que bloquearles el paso por el hecho de ser mujeres.  

El feminista Pedro Sánchez  no tiene ni idea de cuántas españolas se han dejado la piel para demostrar su valía,  y con excepciones muy contadas, sigue promocionando a algunas mujeres que no cuentan con ningún mérito para provocar admiración. Yolanda Díaz era una de las excepciones,  pero ha entrado en el carril ridículo de identificar el feminismo con la lucha a muerte contra los varones y  promulgar leyes de igualdad centradas en  las relaciones  sexuales y en el lenguaje inclusivo más que en reconocimiento de equiparación de derechos,  algunas de ellas tan radicales que podrían  ser rechazadas por el Tribunal Constitucional. Que la última aportación de la vicepresidenta segunda haya sido promover  el concepto matria en lugar de patria,  da la medida del nivel de este Gobierno de la recuperación y el feminismo.

No hay día sin afán ni día sin que una iniciativa o una declaración de Sánchez o de algunos de sus ministros nos hagan preguntarnos qué hemos hecho para merecer esto. Que un gobierno arremeta contra el TC porque no le gusta una de sus decisiones, o  que una ministra de Defensa, juez para más señas,  califique una sentencia como «elucubraciones doctrinales»  hace pensar que algo no va bien en España.  

Hay que decirlo con todas las letras:  con estas mimbres no se hacen buenos cestos. Es un Gobierno sin peso,  con un número de personas que ocuparían lugares destacados en la lista de la irrelevancia; personas que por miedo a perder un cargo que jamás pensaron ocupar  se mostrarán serviles ante un presidente que promueve leyes intolerables pero  ni se les pasará por la cabeza decirle que les eche una pensada antes de anunciarlas; un Gobierno en el que es difícil confiar que con él podamos salir  de la situación tan grave en la que nos encontramos. 

Sánchez confía todo al diálogo y a los fondos europeos. Pero el diálogo con Cataluña no es tan sino entreguismo puro y duro a unos personajes siniestros que no renuncian a su intento de romper España por las bravas,  y los fondos llegan gota a gota en cantidades que están gastadas antes de recibirlas. Por no hablar de que su reparto no cumple las normas de control que exige Bruselas, que algún día pondrá firme a Pedro Sánchez con ese tema.

Ojalá nos equivoquemos, pero el Gobierno actual hace bueno el refrán de que cualquier cosa es susceptible de empeorar.  Para desgracia de todos excepto para un Sánchez  que no se despega de una sonrisa que es más irritante cada día que pasa. 

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