THE OBJECTIVE
Blas Pinar Gutierrez

Derechos humanos y China

Con el pretexto de posibles amenazas o de ausencia de libertades, se desestabilizan regiones, se generan odios, se provocan guerras… ¿Dónde quedan los derechos humanos?

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Derechos humanos y China

Con el pretexto de posibles amenazas o de ausencia de libertades, se desestabilizan regiones, se generan odios, se provocan guerras… ¿Dónde quedan los derechos humanos?

Los políticos occidentales parecen que se deben, viven y trabajan por y para la libertad, la democracia y los derechos humanos. En esta labor reciben el respaldo generalizado de los medios y de los votantes que les mantienen en el poder. En este contexto el sistema que dirigen otorga patentes de legitimidad democrática a otras naciones ajenas a su órbita, o las condenan y castigan cuando no cumplen con las pautas por ellos establecidas.

Vista así dicha conducta puede parecer ética, generosa y hasta ejemplar. Pero la realidad pone dramáticamente en evidencia la perversión en las intervenciones internacionales, activas o pasivas. Con el pretexto de posibles amenazas o de ausencia de libertades teóricas, se desestabilizan regiones y países, se generan odios, se provocan guerras, se eliminan millares de vidas. ¿Dónde quedan los derechos humanos de las innumerables víctimas? ¿Alguien les preguntó?

Pero existen además otras actuaciones -más cínicas y vergonzosas si caben- por parte de nuestros organismos internacionales. Consisten en el tratamiento, diametralmente opuesto, a las diferentes naciones, no por su respeto y cumplimiento democrático, sino por su potencial económico, Si eres débil se aprovecharán de tu situación para chantajearte alegando déficit de libertades. Si eres poderoso puedes incumplir, torear, despreciar los derechos humanos sin preocuparte siquiera de cubrir las apariencias. Nadie va a levantar la voz.

Por eso me escandaliza la noticia de la Unión Europea negociando pomposamente con China sobre inversiones, energía, agricultura y propiedad intelectual, sin un pequeño recuerdo para los millones de chinos que Occidente ignora porque, comercialmente, no se debe molestar al más fuerte.

Al menos deberíamos quitarnos la máscara de la bondad.

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