THE OBJECTIVE
Susana Koska

Destellos de amor

Belleza extrema y etérea. Celestial, desde luego, teniendo en cuenta que acabo de ver “8 apellidos vascos“. Si tengo que elegir entre romances, me quedo de largo con el romance estelar. Mejor mirar las estrellas, me digo, después de ver el taquillazo del cine español.

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Destellos de amor

Belleza extrema y etérea. Celestial, desde luego, teniendo en cuenta que acabo de ver “8 apellidos vascos“. Si tengo que elegir entre romances, me quedo de largo con el romance estelar. Mejor mirar las estrellas, me digo, después de ver el taquillazo del cine español.

El pie de esta foto dice así; ”Un romance fugaz entre galaxias deja intensas ráfagas de formación estelar. El telescopio Hubble captó los «destellos de amor» de su interacción. La galaxia NGC 4485 arrastró a la NGC 4490 y ambas se convirtieron en galaxias espirales e irregulares”… Belleza extrema y etérea. Celestial, desde luego, teniendo en cuenta que acabo de ver “8 apellidos vascos“. Si tengo que elegir entre romances, me quedo de largo con el romance estelar.

Mejor mirar las estrellas, me digo, después de ver el taquillazo del cine español, ese taquillazo de nuestro cine de siempre y vaya tela que poco hemos avanzado con lo de siempre. La cosa es que además de ser una mala película es una chusca historia de amor impredecible con 8 chistes predecibles de la que se habla sin parar y de la que me he aburrido a los 8 minutos. Será que los chistes de vascos para gente de secano a los vascos no nos hacen mucha gracia, que no tenemos sentido del humor. Será que nosotros ya tenemos nuestra ración semanal de Vaya Semanita y sus especiales navideños superan con mucho esta película de Louis de Funes.

Dicen los estudios hechos al hilo del peliculón, no voy a citar donde por aquello de; “no desvelaré la fuente ni en peligro de muerte” que a nosotras, las vascas, no nos importa tener sexo sin depilarnos y según la película además de no tener sexo, depiladas y sin depilar, no usamos rimmel ni carmín…de ahí los estudios, digo yo. Si ponemos un guionista vasco, afincado en la capital ya tiene denominación de origen. Claro que debe hacer mucho que no viene por aquí, porque el pañuelo palestino ha desaparecido de nuestra indumentaria desde que Vogue lo entronizó y David Bisbal se lo puso allá por el 2007.

Así que por todo eso y mucho más…miren al cielo, seguro que ven una estrella brillar y brillar.

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