THE OBJECTIVE
Aloma Rodríguez

Diez años después

Acaban de cumplirse diez años de la caída de Lehman Brothers, que marcó el estallido de la mayor crisis económica global del siglo XXI (de momento). En España el alcance del crack de 2008 no se previó.

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Diez años después

Acaban de cumplirse diez años de la caída de Lehman Brothers, que marcó el estallido de la mayor crisis económica global del siglo XXI (de momento). En España el alcance del crack de 2008 no se previó. Hubo recortes y rescate a bancos, no solo el de Bankia, que fue quizá el más famoso, pero no el único. Se instaló la austeridad, después del fallido plan E. Hubo amenazas de rescate y renegociaciones de la deuda. Se hablaba de la prima de riesgo y se consultaba diariamente. La troika se convirtió en el supervillano cotidiano. Ahora, parece que todo aquello pasara hace un millón de años.

John Lanchester ha escrito, en un artículo traducido en Letras Libres, sobre los diez años de la caída: “Algunos de los comentaristas más pesimistas en la época de la restricción del crédito, y yo entre ellos, decían que las consecuencias del crash dominarían nuestras vidas económicas y políticas durante al menos diez años. Lo que yo no esperaba –lo que no creo que esperase nadie– es que diez años fueran a pasar tan deprisa.” El escritor británico analiza esos diez años, lo que hizo que todo explotara y las medidas tomadas (o no) para tratar de evitar otro crash. También reflexiona sobre los sorprendentes acontecimientos del último decenio: del primer presidente negro en EEUU a Donald Trump; el Brexit y la amenaza de la desintegración de Europa. Entre muchos de los hallazgos de Lanchester hay uno que me gusta especialmente: cuando explica que algo puede ser a la vez desastroso y necesario, como el rescate a los bancos.

En su texto Lanchester recuerda algo que dijo Napoleón, que para entender a alguien debes saber cómo era el mundo cuando tenía veinte años. En otro artículo, el economista Chris Dillow sostiene que los acontecimientos que suceden durante la adolescencia y la primera juventud nos marcan políticamente para siempre. Como pasa con el 11-S, casi todo el mundo recuerda qué estaba haciendo el 15 de septiembre de 2008. Yo no. No me acuerdo porque ese verano mi vida cambió. Recuerdo un poco el principio de la crisis: vivía en Zaragoza, donde en junio se había inaugurado la Expo. Trabajaba en un bar y todo el mundo esperaba hacer el agosto el tiempo que durara la muestra. Recuerdo la sensación de bajada del suflé en el ambiente, incluso antes de la caída oficial. Dos meses antes de la caída, había muerto Sergio Algora de un infarto mientras dormía. Algora era escritor y cantante, en ese momento tenía una banda, La Costa Brava, y estaba escribiendo una novela ambientada durante el segundo sitio de Zaragoza en 1808. Sergio Algora era el dueño del bar en el que trabajaba y era mi amigo. Tal vez por eso no me acuerdo de qué estaba haciendo el 15 de septiembre de 2008. En ese momento no sabía cuánto duraría el impacto de esa crisis, ni que la muerte de mi amigo me marcaría para siempre. Y como Lanchester, tampoco esperaba que diez años fueran a pasar tan rápido.

 

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