THE OBJECTIVE
Jose Maria Inigo

El asiento reclinable

Leo en The Objective que una pasajera a bordo de un avión de Delta Airlines ha obligado al comandante de la aeronave a tomar tierra en vista del lío organizado por la susodicha señora al ser despertada bruscamente.

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El asiento reclinable

Leo en The Objective que una pasajera a bordo de un avión de Delta Airlines ha obligado al comandante de la aeronave a tomar tierra en vista del lío organizado por la susodicha señora al ser despertada bruscamente.

Leo en The Objective que una pasajera a bordo de un avión de Delta Airlines ha obligado al comandante de la aeronave a tomar tierra en vista del lío organizado por la susodicha señora al ser despertada bruscamente.

¿Qué es lo que ha pasado para tomar tan grave determinación por parte de la más alta autoridad del avión? Muy sencillo. La buena señora estaba reclinada echando una cabezadita sobre la mesita que hay en la parte posterior del asiento delantero. Hasta ahí todo bien. La fiesta empezó cuando el usuario del asiento delantero, seguramente ignorando lo que hacía la pasajera que iba detrás, decide reclinar su asiento para ir más confortable, aplastando a la señora durmiente.

Y es que lo de que los asientos de los aviones tengan la posibilidad de reclinarse, con la estrechez que hay entre asiento y asiento, tiene guasa. El pasajero queda empotrado en su asiento, teniendo casi en su cara la parte posterior del asiento delantero, sin espacio para moverse, sin lugar donde poner las piernas. Volar ahora es un suplicio debido a la escasez de espacio, cuando no hace mucho era una delicia. Las “low cost” han traído al mundo de la aviación comercial la incomodidad. Algunas compañías han convertido sus vuelos en una barraca de feria en la que hasta se sortean, viajes, perfumes o bebidas.

Ya que las líneas aéreas nos convierten en pasajeros en lata podrían al menos desactivar la posibilidad de que los asientos puedan reclinarse y así evitar en lo posible la sensación de angustia que supone no tener espacio donde sentirte persona.

No me extraña que la señora en cuestión, la de Delta Airlines, al despertarse bruscamente por el amago de aplastamiento al reclinarse el asiento, se levantara hecha una fiera tratando de martirizar igualmente a su compañero de viaje. Se debió armar la marimorena a bordo, en una pelea en la que participaron otros pasajeros, unos a favor de la señora, y otros a favor del pasajero “reclinador” para que el comandante decidiera aterrizar. Esperemos al menos que este incidente sirva para algo, por ejemplo, para anular la posibilidad de que los asientos de los aviones “lata” se reclinen.

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