THE OBJECTIVE
Manuel Aguilera

El avión de la bestia durmiente

Al parecer, la señora se convirtió en Hulk cuando se despertó bruscamente cuando dormía sobre su mesilla después de que el pasajero de la butaca anterior a la suya reclinara su asiento.

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El avión de la bestia durmiente

Al parecer, la señora se convirtió en Hulk cuando se despertó bruscamente cuando dormía sobre su mesilla después de que el pasajero de la butaca anterior a la suya reclinara su asiento.

“Era bella, elástica, con una piel tierna del color del pan y los ojos de almendras verdes, y tenía el cabello liso y negro y largo hasta la espalda, y un aura de antigüedad que los mismo podía ser de Indonesia que de Los Andes”. Así describía Gabriel García Márquez en su cuento “El avión de la bella durmiente” a la inspiradora mujer con la que le tocó viajar en asientos contiguos en un vuelo de París a Nueva York. “Esta es la mujer más bella que he visto en mi vida”, se revolucionó Gabo que se entretuvo las horas de travesía deleitándose con la imagen de su musa, envuelta en un sueño provocado por las pastillas.

No sé qué clase de cuento hubiera salido de la pluma del eterno escritor colombiano si en lugar de junto a la “bella durmiente” le hubiera tocado volar desde Nueva York rumbo a West Palm Beach  con la “bestia durmiente” cuyo mal despertar obligó al piloto de su avión a aterrizar precipitadamente después de que la mujer perdiera el control. Al parecer, la señora se convirtió en Hulk cuando se despertó bruscamente cuando dormía sobre su mesilla después de que el pasajero de la butaca anterior a la suya reclinara su asiento.

Según la agencia EFE, la mujer comenzó a gritar improperios, por lo que el personal del avión tuvo que acercarse a intentar calmar la situación. De nada sirvió porque la pasajera se enfureció todavía más y comenzó a insultar al personal de la compañía aérea, que tuvo que bloquear el pasillo del avión para evitar que la mujer llegase a la cabina del piloto, no se sabe si con intención de agredirle o tomar los mando de la aeronave.

«Ella dijo algo así como ‘no me importan las consecuencias, aterricen este avión'», comentó un testigo. Todo terminó en Jacksonville, con el resto del pasaje cabreado y maldiciendo a “la bestia durmiente”. Está claro que la mejor forma de volar es con un libro entre las manos. Gracias Gabo por buscarnos una grata compañía para la travesía.

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