THE OBJECTIVE
Fernando Garcia Iglesias

El Chapo

A las afueras de la ciudad de Culiacán, la capital del estado de Sinaloa, en México, hay un cementerio donde los muertos descansan rodeados de lujos, como faraones egipcios. Desde la distancia, parcialmente oculto entre los árboles, el cementerio se parece más una urbanización que a un camposanto. Los fastuosos mausoleos se alzan varios pisos, con grandes ventanales, columnas romanas y pavimentos del mármol más caro. En el interior de estas mansiones de muertos hay aire acondicionado las 24 horas del día, televisión por cable, conexión wifi, salas de fiestas, cocinas equipadas hasta el más mínimo detalle y habitaciones para que jueguen los niños. Aquí reposan los restos de algunos de los más sanguinarios y peligrosos capos del narcotráfico en México. La ostentación, la opulencia sin fin con la que muchos de estos narcos vivieron perdura más allá de su muerte.

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El Chapo

A las afueras de la ciudad de Culiacán, la capital del estado de Sinaloa, en México, hay un cementerio donde los muertos descansan rodeados de lujos, como faraones egipcios. Desde la distancia, parcialmente oculto entre los árboles, el cementerio se parece más una urbanización que a un camposanto. Los fastuosos mausoleos se alzan varios pisos, con grandes ventanales, columnas romanas y pavimentos del mármol más caro. En el interior de estas mansiones de muertos hay aire acondicionado las 24 horas del día, televisión por cable, conexión wifi, salas de fiestas, cocinas equipadas hasta el más mínimo detalle y habitaciones para que jueguen los niños. Aquí reposan los restos de algunos de los más sanguinarios y peligrosos capos del narcotráfico en México. La ostentación, la opulencia sin fin con la que muchos de estos narcos vivieron perdura más allá de su muerte.

Es posible que el más grande narcotraficante de todos los tiempo, Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, acabe con sus huesos en uno de esos panteones de los Jardines del Humaya, donde ya reposan algunos de sus familiares. Por el momento, su lugar es la cárcel. Ya huyó de ella en dos ocasiones, la última hace unos meses, a través de un túnel de más de un kilómetro de longitud que llevaba directamente a la celda del Chapo. Para el Presidente Peña Nieto, esta tercera captura es la definitiva, pero son muchos los que ya presionan para extraditar al narco a Estados Unidos, preocupados por la ineficacia y corrupción manifiesta en sectores policiales y penitenciarios.
La captura del Chapo Guzmán es una muy buena noticia para el gobierno mexicano y para las autoridades que combaten el narcotráfico. El capo de los capos, el más peligroso y poderoso de los gangsters del México del siglo XXI está ahora entre rejas. Pero sería muy necio pensar que con esta detención se debilita el poder de los carteles en el norte del país, por más que las autoridades así lo pinten. Con Joaquín Guzmán arrestado, otro Chapo vendrá que seguirá poniendo en jaque al gobierno de un México que se desangra por una violencia que no cesa.

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