El cielo y los terroristas
La noticia es mala. O buena, según se mire. Mala, porque pensar que hay gente que se dedica, como trabajo profesional o como hobby, a cometer atentados, es difícil de entender. Buena, porque, gracias a que nos hemos puesto de acuerdo con los marroquíes, se han podido detener cuatro pájaros que, por lo que parece, tenían malas intenciones.
La noticia es mala. O buena, según se mire. Mala, porque pensar que hay gente que se dedica, como trabajo profesional o como hobby, a cometer atentados, es difícil de entender. Buena, porque, gracias a que nos hemos puesto de acuerdo con los marroquíes, se han podido detener cuatro pájaros que, por lo que parece, tenían malas intenciones.
Al empezar a comentar la noticia, me fijo en la foto. Una preciosidad. Aunque, seguramente, lo que parecen postes eléctricos son postes que sostienen una valla para que la gente no se cuele en España.
Pero ese cielo, ¡qué maravilla! Es una pena que, en vez de decir, «¡miren qué cielo!», nos hablen de algo rastrero, el terrorismo.
Con este lío en el que vivimos, corremos el peligro de acostumbrarnos y considerar las maravillas de la naturaleza como algo «obligado», como un telón de fondo que ahí está, mientras nosotros nos dedicamos al terrorismo y otras lindezas. «Exigimos» que salga el sol, que llueva, que haya flores, que el cielo esté bonito.
Y nosotros, a lo nuestro. Y es noticiable lo de los terroristas, que sale en primera página de los periódicos, mientras en ninguno dice en grandes titulares: «¡QUÉ MARAVILLA DE CIELO!»
