THE OBJECTIVE
Irene Cacabelos

El circo de Ana Mato

Escuchar a la Ministra de Sanidad afirmar sin sonrojarse que la información sobre el estado de salud de Teresa de la que dispone, es la que facilitan los medios de comunicación es cuanto menos sorprendente.

Opinión
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Escuchar a la Ministra de Sanidad afirmar sin sonrojarse que la información sobre el estado de salud de Teresa de la que dispone, es la que facilitan los medios de comunicación es cuanto menos sorprendente.

Poco queda por decir sobre lo que hemos vivido en la última semana en relación con la crisis del ébola. Se han hecho todos los especiales informativos posibles, aunque sería injusto no entonar el mea culpa desde los medios por el afán casi obsesivo de dar nuevos datos sin realmente tenerlos

Algunos han ido más allá, publicando fotografías y emitiendo imágenes que rozan los límites de la ética periodística aunque como en casi todo, hay opiniones para todos los gustos.
En lo que casi todo el mundo está de acuerdo es en la pésima gestión que desde el Gobierno se ha hecho de la situación. Cierto es que la crisis parece más o menos encauzada desde el viernes, aunque el daño ya estaba hecho.

Escuchar a la Ministra de Sanidad afirmar sin sonrojarse que la información sobre el estado de salud de Teresa de la que dispone, es la que facilitan los medios de comunicación es cuanto menos sorprendente. Con semejante respuesta es difícil pensar que la máxima autoridad en materia sanitaria de nuestro país esté en condiciones de ofrecer una rueda de prensa y mucho menos de resolver las dudas de los informadores.

Con este cóctel, se pueden imaginar, el lío está garantizado. Parafraseando a Magdalena Álvarez se pondría decir que “si los que tienen que informar no informan a los que están esperando la información quiere decir que los que se supone que tienen que estar mejor informados no tienen ni idea de lo que está pasando“, y eso la verdad, da bastante miedito.

Pero más sorprendente si cabe es la ausencia de reacción causa–efecto en en Gobierno. Si la Vicepresidenta del Gobierno decide asumir la gestión de la crisis es porque Ana Mato no está en condiciones de hacerlo. La lógica nos dicta que el siguiente paso es el cese de la Ministra o en su defecto la dimisión voluntaria. Pues bien: ni una cosa ni la otra. Y tan panchos, oiga…

Son escenas de esta España “torrentiana“ que tanto nos hace reír en el cine pero que tan poca gracia nos hace en el día a día. Y menos aún, en la semana grande de las “tarjetas black“. Es como si todos los enanos del mundo hubiesen decidido crecer alrededor de nuestro circo, y eso, que ya vamos servidos de artistas invitados.

Mucho me temo que la semana que comienza nos seguirá deparando sorpresas, aunque a estas alturas la única noticia que espero recibir es que Teresa Romero se ha recuperado y que la pesadilla del ébola ya no es más que un feo recuerdo.

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