THE OBJECTIVE
Fernando Garcia Iglesias

El comunismo y la cruz

Es una afrenta nauseabunda el regalo de Evo Morales al Papa Francisco, un insulto a los millones de mártires que han caído bajo los regímenes comunistas y a todos aquellos que, todavía hoy, perseguidos, ocultos, viven heroicamente su fe en las dictaduras rojas.

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El comunismo y la cruz

Es una afrenta nauseabunda el regalo de Evo Morales al Papa Francisco, un insulto a los millones de mártires que han caído bajo los regímenes comunistas y a todos aquellos que, todavía hoy, perseguidos, ocultos, viven heroicamente su fe en las dictaduras rojas.

Ayer viajé al templo de Nanshan, en la esquina mas septentrional de China. Es un recinto inmenso, de varios kilómetros cuadrados, con parques, templos y restaurantes. Desde cualquier punto del parque se puede ver, majestuosa, la estatua de Guan Yin Buddha que surge de la mar, más alta que la Estatua de la Libertad. Es una delicia pasear por los curados caminos en los jardines de flores exóticas y árboles tropicales que separan unos templos de otros. Sin embargo, el fervor religioso que uno esperaría de un lugar así se pierde en la sensación de estar recorriendo un parque temático más que un lugar de culto religioso. Desde la revolución cultural China de Mao, la religión budista —bien presente en las familias del gigante asiático— ha sido aprehendida por la omnipresencia del estado comunista que todo lo controla, aunque siempre ha estado lejos de acabar con ella. No tanta suerte ha tenido el Cristianismo, que solo ahora empieza a ser tolerado tras muchos decenios de clandestinidad y persecución en los años duros de la dictadura roja. 

Desde sus comienzos, los sistemas comunistas han sido letales para el Cristianismo. Visto como una creencia subversiva, contraria en esencia a los dictados fundamentales del marxismo, la religión cristiana ha sufrido inmensamente bajo la hoz y el martillo. Se calculan unos 20 millones los cristianos que han sido perseguidos, torturados, encarcelados en gulags y asesinados bajo el comunismo soviético. Hoy en día, el país donde más riesgo corren los cristianos es Corea del Norte. Durante los últimos diez años, la dictadura atroz ha encabezado la lista de los países donde la persecución contra los cristianos es más intensa, por delante de Somalia, Iraq o Siria. Alrededor de dos mil cristianos mueren anualmente por profesar su fe, y se cree que unos 50 mil están encarcelados en campos de concentración, torturados, famélicos, gaseados. 

Es una afrenta nauseabunda el regalo de Evo Morales al Papa Francisco, un insulto a los millones de mártires que han caído bajo los regímenes comunistas y a todos aquellos que, todavía hoy, perseguidos, ocultos, viven heroicamente su fe en las dictaduras rojas. El Santo Padre salió como pudo del aprieto: ‘No está bien’. Algo suavón, las cosas como son. Qué no hubiera hecho San Juan Pablo II en la misma situación. Y qué no hubiera hecho la comunidad internacional si un presidente de una república regalase a un rabino judío de visita oficial una esvástica con la estrella de David grabada en su interior. 

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