THE OBJECTIVE
Carme Barcelo

El drama de Cristiano

Ni el mejor guionista hubiera podido escribir la película del clásico del domingo. Hubo de todo. Bueno, muy bueno, malo, muy malo y espantoso. Hubo risas, muchas. Y llantos, también.

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El drama de Cristiano

Ni el mejor guionista hubiera podido escribir la película del clásico del domingo. Hubo de todo. Bueno, muy bueno, malo, muy malo y espantoso. Hubo risas, muchas. Y llantos, también.

Ni el mejor guionista hubiera podido escribir la película del clásico del domingo. Hubo de todo. Bueno, muy bueno, malo, muy malo y espantoso. Este último calificativo se lo lleva el árbitro, que hubiera podido hacerlo sólo, tan sólo un poco peor. Hubo risas, muchas. Y llantos, también. Los de la caverna mediática, los de un madridismo muy tocado aunque no hundido, los de Sergio Ramos y los de Ronaldo. Hubo genios, dos: Messi e Iniesta. Hubo un jugador desequilibrante, Di Maria, y un goleador que en cinco años ha sido un Guadiana en el Madrid, Benzema. Hubo abrazos poco sinceros, cachetes cariñosos, pseudo pisotones feos y un señor llamado Pepe que volvió a mostrarse como es (el calificativo se lo dejo a ustedes, que yo me repito). Hubo defensas de papel de charol, con jugadores otrora brillantes que hoy se arrugan. Hubo nervios mal llevados, emociones multiplicadas y mucha pasión, que es lo que nos mueve el alma, nos levanta de la silla y nos desconecta el «pause». Hubo un balón que no se quedó en Madrid. Voló a Barcelona bajo el brazo del mejor jugador del mundo en estos momentos y reposó en la vitrina dedicada a los hat tricks. Hubo una directiva que ayer activó el «on» de la mejora de contrato y renovación de Messi hasta el 2019 y se fue a dormir pensando que si es necesario hay que vender de pan con aire pero el argentino tiene que quedarse en el F.C.Barcelona. Hubo una camiseta que fue besada por Leo ante 90.000 almas blancas y millones de espectadores de todo el planeta. Una auténtica declaración de intenciones. Y hubo un jugador que, un partido más, perdió su duelo particular. Y le pasó en su propia casa, vio como le metía tres goles y confirmó que ha nacido en la peor era para ser el mejor. Convivir con Messi es el drama de Ronaldo. Y el domingo, como casi siempre, el balón fue del argentino.

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