THE OBJECTIVE
Sara Montero Minguez

El ébola, Juego de Tronos y la construcción del Héroe

La receta nada sencilla para pasar a la Historia de las grandes hazañas es tener un antihéroe poderoso y temido, un final preferiblemente trágico y una historia de superación detrás.

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El ébola, Juego de Tronos y la construcción del Héroe

La receta nada sencilla para pasar a la Historia de las grandes hazañas es tener un antihéroe poderoso y temido, un final preferiblemente trágico y una historia de superación detrás.

Me gusta Juego de Tronos porque los buenos mueren. No aparece ningún personaje a última hora para salvar al héroe en apuros. Tampoco queda claro que esos hombres admirables lo hayan sido siempre. Cuando el protagonista desaparece da paso a la incertidumbre. El espectador no sabe cómo la serie podrá continuar sin él y si seguirá teniendo sentido. Como en la vida real ese estrepitoso vacío acaba siendo llenado por nuevos personajes y tramas y el héroe pasa al cajón desastre de los recuerdos.

Esta semana ha fallecido el doctor Umar Khan, devorado por su  enemigo: el ébola, con el que ha estado luchando con fiereza hasta el final. En esta ocasión, tenía a su silencioso antagonista bajo la piel. Este doctor pasará a engrosar la larga lista de personas admirables que no nos costará olvidar. Su hueco será llenado con dignidad por nuevos sanitarios y las lágrimas se secarán pronto en Europa, como con el resto de héroes africanos que no son Nelson Mandela. El alzheimer es una enfermedad que no sólo afecta al cerebro humano, sino con mucha frecuencia a la propia Historia.

No es verdad que hoy no haya referentes morales como siempre aseguran los más apocalípticos. Ni tampoco que Cristiano Ronaldo sea el ejemplo a seguir por los jóvenes. El jugador del Real Madrid es sólo el sustitutivo de Superman para los adolescentes. Un tipo fuerte, guapo y glamuroso que hace exhibición de sus superpoderes.

Al preguntar a mis amigos por sus referentes morales, las respuestas que he obtenido son «mi amiga Julia que se fue a la India» o «Álvaro, el que se fue a Irak». Algún osado dijo «mis padres» y luego se arrepintió. Otra característica de los héroes es que no suelen sobrevivir a la cercanía del admirador ni a las distancias cortas. Los referentes son aquellos cuya obra y circunstancias nos parecen admirables, pero por los que no nos cambiariamos.

La receta nada sencilla para pasar a la Historia de las grandes hazañas es tener un antihéroe poderoso y temido, un final preferiblemente trágico y una historia de superación detrás. A menos que como el atleta paralímpico Oscar Pistorius la cagues al final y te pases al otro bando.

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