THE OBJECTIVE
Eugenio Fouz

El escriba sentado

¿Quién iba a decirnos hace unos años que el teléfono fijo se moriría, que dejaríamos de escribir postales por Navidad o que el objetivo de nuestras cámaras seríamos nosotros mismos?

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¿Quién iba a decirnos hace unos años que el teléfono fijo se moriría, que dejaríamos de escribir postales por Navidad o que el objetivo de nuestras cámaras seríamos nosotros mismos?

“¿Adicto?… ¿Quién? ¿Yo? Perdona pero no. Vale, me has pillado contestando WhatsApps, ¿y qué? La gente quiere saber qué estás haciendo. Llevo el móvil encima porque para mí es importante estar localizable. No te confundas, tío. Yo no soy de esos que pasan el día enganchado … ¿Por qué estoy tirado en el suelo con el Mac si acabo de conectarme con el smartphone? Hombre, el portátil es más cómodo para subir archivos y eso”… [en ese instante se retuerce y vibra el celular caliente sobre la alfombra en la que estamos y el usuario lo intercepta nervioso]

La mayoría de nosotros considera normal salir de casa con las llaves, la cartera y el móvil. Olvidar una de las tres cosas supone hoy en día un problema en España y el mundo entero. Con todo lo que hemos aprendido sobre los males de la dependencia y el estrés que supone el materialismo, a veces parecemos menos inteligentes que los androides que viven en nuestro bolsillo. El planeta azul ha cambiado de azul muy oscuro a casi negro gracias a la invasión de una telaraña gigante de cables enredados por todos lados. No creo que los astronautas vean otra cosa ¿Quién iba a decirnos hace unos años que el teléfono fijo se moriría, que dejaríamos de escribir postales por Navidad o que el objetivo de nuestras cámaras seríamos nosotros mismos?

Sí, nos hemos convertido en adictos a la red social más reciente. Somos internautas devotos de un becerrito de oro. La tentación es grande. Queremos acceder a la Tierra Prometida donde “impossible is nothing”, desnudarnos de Baltasar Bastián Bux y crear nuestro propio avatar. Somos ese escriba sentado que sostiene la cabeza con la siniestra mano mientras la otra acaricia el ratón y medita su próximo tuit.

 

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