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El espía indignado

Como bien dice el dicho de que el que hace la ley hace la trampa, ellos mismos saben «hackear» las comunicaciones, incluso las que podamos considerar con un nivel de seguridad más alto y encriptadas

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El espía indignado

Como bien dice el dicho de que el que hace la ley hace la trampa, ellos mismos saben «hackear» las comunicaciones, incluso las que podamos considerar con un nivel de seguridad más alto y encriptadas

«Resulta gracioso ver a los países, sobretodo a los llamados desarrollados, en concreto a sus gobiernos, hacer el paripé, como en este caso Alemania, e indignarse porque sus comunicaciones han sido «intervenidas» (como se decía en el pasado) y acto seguido descubrir que ellos mismos han estado espiando al que les espiaba. Recuerdo cuando oí decir al ex espía de MI5, Barrie Trower, que todos los gobiernos, o los más desarrollados, se espían mutuamente, haciendo él en concreto referencia al caso de las redes de telefonía móvil, aunque obviamente es ampliable a cualquier tipo de red de comunicación.

Todas las redes de comunicaciones hacen uso de protocolos de comunicaciones que son establecidos por organismos internacionales, como por ejemplo el IEEE. La mayoría de estos organismos son norteamericanos, por lo que desarrollan los protocolos que más les interesan, y a su vez las empresas que más venden equipamiento de redes son también norteamericanas, que aplican estos protocolos de comunicaciones en sus equipos así como otros que ellos mismos definen, los llamados propietarios. Como tienen una gran cuota de mercado obligan a que los demás fabricantes a su vez apliquen protocolos similares para su interconexión. Por lo tanto, como bien dice el dicho de que el que hace la ley hace la trampa, ellos mismos saben «hackear» las comunicaciones, incluso las que podamos considerar con un nivel de seguridad más alto y encriptadas.

Se nos ofrecen los equipos ya trucados (no hace falta hablar de sistemas operativos como el Windows) para que nuestros datos vayan por allí y «ellos» los recojan en sus oficinas sin tener que desplazarse, como se hacía antiguamente (ya apenas se habla de los hombres de negro…). Una persona que conocí en un alto puesto de inteligencia militar me decía un día que ese día su trabajo consistía en ver Facebook, no digo más.»

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