El inmovilismo de ERC
Nuestra colaboradora Laura Fàbregas analiza los movimientos –o la ausencia de los mismos– por parte de la política independentista catalana. Lo hace comparando ...
Creo que era en el diario El País donde leí hace años unas declaraciones de Pedro Almodóvar sobre los curas de la Conferencia Episcopal y su predilección por el negro. El cineasta venía a decir que era el color de los que no amaban la vida ni sus alegrías. Las palabras de Almodóvar tenían mucho sentido, ya que él ha sido quien hizo de los colores vivos y chillones una huella indistinguible de su cine. De un cine libre y posfranquista.
Ahora me sorprendo a mí misma al ver que es el color que ha adoptado el feminismo victimista en esa nueva ola de puritanismo. El negro fue el color que el tradicionalismo imponía a nuestras abuelas para mostrar su luto cuando se quedaban viudas. No fuera que, alguna de ellas, cuando su marido se iba al cielo, pasaran a estar en la gloria… La máxima conservadora de serlo y, además, parecerlo.
El feminismo, por contra, siempre fue una explosión de colores y libertad. Nunca la opción de un rebaño de mujeres vestidas iguales. Esto es solo un nuevo colectivismo corporativista. Y a la única película a la que recuerda es a La ola, pero nunca al mejor Almodóvar.
Como nunca estuvo muy claro qué añade la dignidad a los derechos humanos, con el tiempo, aquélla ha aspirado a ser el fundamento metafísico de estos
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