THE OBJECTIVE
Javier Capitan

El imbécil de Egipto

Ese es el proceso que me ha hecho volver sobre mis pasos virtuales para comprobar lo que había leído a la carrera: el profesor egipcio Nassar Abdulá ha afirmado que el asesinato «es la solución» para poner fin al problema de los niños sin hogar y así poder «limpiar las calles».

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El imbécil de Egipto

Ese es el proceso que me ha hecho volver sobre mis pasos virtuales para comprobar lo que había leído a la carrera: el profesor egipcio Nassar Abdulá ha afirmado que el asesinato «es la solución» para poner fin al problema de los niños sin hogar y así poder «limpiar las calles».

Cuando me enfrento a la tarea de escribir mi artículo semanal, lo primero que hago es una lectura rápida de las noticias de The Objective para hacer una primera criba de temas previa a la decisión del asunto sobre el que voy a “subjetivar”. En alguna ocasión, hoy por ejemplo, me sucede que veo una noticia y seis más adelante freno en seco y digo: no puede ser verdad, habré leído mal.

Ese es el proceso que me ha hecho volver sobre mis pasos virtuales para comprobar lo que había leído a la carrera: el profesor egipcio  Nassar Abdulá ha afirmado que el asesinato «es la solución» para poner fin al problema de los niños sin hogar y así poder «limpiar las calles». Lo primero que me he preguntado es de qué será profesor este imbécil y, en plena antología del humor macabro, he visto que el sujeto es profesor de Moral y Filosofía Política en la Universidad de Sohag. Asombroso, ¿no?

Esta noticia, aparte de demostrar que se puede ser cretino en cualquier idioma, cultura y religión, abre un auténtico filón para el exterminio. Nassar Abdulá sostiene que es mucho mejor asesinar a esos pobres chavales que afrontar un programa de rehabilitación que para él es muy costoso. Las agencias no precisan cuál es el precio razonable de la vida humana para este sujeto, es decir cuántas libras egipcias marcan el límite entre que merezca la pena reconvertir a un chaval o que sea más “racional” matarlo. Puestos a considerar algo en términos de peligrosidad social, bajo mi punto de vista es mucho más peligroso que haya un solo Abdulá que el que haya un millón de chavales viviendo en las calles de Egipto.

La rehabilitación del profesor no es que se me antoje muy costosa, sino que sanar un cerebro tan dañado debe ser prácticamente imposible. En el “abdulismo”, por poner un par de ejemplos, deberíamos asesinar a los jubilados cuyas pensiones nos cuesta pagar o a los enfermos sometidos a tratamientos muy caros. Si fuera coherente, este tipo se vería inducido al suicidio cada vez que se mirara al espejo, pero seguro que se ve como un tipo fenomenal. Cuánta barbaridad. Demasiada.

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