THE OBJECTIVE
Laura Calonge

El karma de Europa

El karma de Europa es tan hediondo que desde otras partes del mundo nos recuerdan el deber de limpiarlo. Hemos pasado siglos recibiendo, por no decir arrebatando. Ha llegado el turno de dar.

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El karma de Europa

El karma de Europa es tan hediondo que desde otras partes del mundo nos recuerdan el deber de limpiarlo. Hemos pasado siglos recibiendo, por no decir arrebatando. Ha llegado el turno de dar.

Europa es una institución antigua, un proyecto en un cajón, un mausoleo de Historia, una amalgama de colores, una cuna de culturas. Un sueño abortado, un recuerdo soñado, un idioma archivado, una moneda disputada, un monarca confundido, un obispo inconfeso, una película inacabada. Un puente en construcción, un lago sin barquero, una Torre de Babel a pequeña escala, una postal con cinco estampas, un vestido de retales, una canción de titiriteros, un gramófono y un disco de platino. Europa es Juana de Arco, es Enrique VIII, es Felipe V, es Ana Bolena, es Sissí, Cristóbal Colón, Francisco de Asís, Napoleón, Marqués de Sade. Es Leonardo, Miguel Ángel, Shakespeare, es Mary Shelley, es Sigmund Freud. Europa es Hitler, es Mussolini, es Franco. Es Houdini, es Marlène Dietrich, es Picasso. Es Monna Lisa y es Guernika. Es Aldo Moro, las Brigadas Rojas, es ETA, es GAL, el IRA, es Pasionaria y las Trece Rosas. Es Vaticano, es Pio XII, es Juan Pablo II y el Papa Francisco.

El Papa Francisco -nombre sin oropeles ni números romanos que recuerda al de un cantante valenciano- es, según los creyentes en la profecía de San Malaquías, el último Papa de una larga lista. El fin de la Iglesia, el fin de una Era, el fin de una civilización. Qué más da. Estamos viviendo tiempos convulsos, donde asistimos como espectadores al final de muchas cosas y a la exhumación de otras. El proyecto de una Europa unificada es posible que siga siendo un proyecto en espera con la misma suerte del esperanto y la moneda única. Europa está desenterrando sus muertos de sus muchas fosas comunes, selladas por siglos de arena. Los muertos de Europa son tantos que siguen apareciendo necrópolis sepultadas por el tiempo que se celebran como fiestas arqueológicas. Los muertos de los últimos siglos son tantos, y huelen tan mal, que tememos que esas grandes criptas, esas fosas comunes, queden al descubierto y sus gusanos nos devoren. Inquisición, colonialismo, fascismo, nazismo, genocidio, terrorismo y torturas en nombre de un Dios.

El karma de Europa es tan hediondo que desde otras partes del mundo nos recuerdan el deber de limpiarlo. Hemos pasado siglos recibiendo, por no decir arrebatando. Ha llegado el turno de dar.

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