THE OBJECTIVE
Irene Cacabelos

El mal trago de Tsipras

Muchos aventuran ya un próximo paso por las urnas, aunque si bien el partido de Tsipras sale muy tocado de esta crisis, el resto de formaciones helenas ni están ni se las espera. De momento, todos en Grecia tienen deberes para los próximos días porque en 48 horas deberán aprobar por ley algunas de las peticiones de los acreedores.

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El mal trago de Tsipras

Muchos aventuran ya un próximo paso por las urnas, aunque si bien el partido de Tsipras sale muy tocado de esta crisis, el resto de formaciones helenas ni están ni se las espera. De momento, todos en Grecia tienen deberes para los próximos días porque en 48 horas deberán aprobar por ley algunas de las peticiones de los acreedores.

El sainete de la negociación con Grecia ha mantenido en vilo a Europa y a medio mundo en las últimas semanas. Un reloj de arena que tras varias prórrogas se agotaba la pasada madrugada.  Y hubo fumata blanca, aunque para la mayoría de los griegos, el acuerdo alcanzado con los socios europeos pinta un futuro bastante gris para los meses venideros.

Tsipras ha colmado la paciencia de la zona euro y tras varios intentos de alargar la incertidumbre -referéndum incluido- todo terminaba con una firma y sin rechistar.

El acuerdo al que los griegos dijeron no, era para muchos incluso más ventajoso que el que finalmente ha tenido que tragarse, y de un sorbo, el primer ministro griego. El vaso se había colmado hacía varios días y el NAIN de Merkel sonó finalmente incluso más fuerte que el OXI de los ciudadanos helenos.

Pocos se explican las razones que han llevado al gobierno griego a retrasar lo inevitable para, finalmente, conseguir unas condiciones peores de las que estaban sobre la mesa hace escasos días .  Pero lo cierto es que se mire por donde se mire, lo único que ha conseguido Tsipras es mantener a Grecia, de momento, en la zona euro.

El precio, eso sí, es alto. Para los griegos y para él mismo. El líder de Syriza sale abrasado de esta crisis que ha llevado a su país al borde del precipicio económico. Deberá explicar a los griegos por qué se ha firmado un documento mucho más exigente que el que podían haber tenido y deberá argumentar a los miembros más a la izquierda de su partido los fundamentos de una negociación que pone en entredicho los pilares de su programa de gobierno.

Muchos aventuran ya un próximo paso por las urnas, aunque si bien el partido de Tsipras sale muy tocado de esta crisis, el resto de formaciones helenas ni están ni se las espera. De momento, todos en Grecia tienen deberes para los próximos días porque en 48 horas deberán aprobar por ley algunas de las peticiones de los acreedores.

Nadie se fía de Grecia y los bancos no volverán a abrir hasta que se garantice el cumplimiento de lo pactado. Es lo que ocurre cuando se acaba el crédito, tanto el financiero como el político y es el pago por adelantado.

Se avecinan semanas muy duras para el ejecutivo de Atenas y para una población que pensó por un instante que su orgullo y dignidad podrían ablandar el corazón de la vieja Europa. Muchos también lo creímos pero los 27 han preferido seguir con el plan inicial: que el caso griego sirva de ejemplo ante el mundo. El que se mueve, no sale en la foto.

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