THE OBJECTIVE
Roberto Herrscher

El monstruo lector: los libros de Bin Laden

Es una lectura fascinante: los libros y cartas y documentos que se encontraron en la casa donde mataron a Bin Laden, que ahora ven la luz, son una ventana a entrar en una mente brillante, extraña y perturbada, sin la cual el mundo de hoy no sería igual.

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Es una lectura fascinante: los libros y cartas y documentos que se encontraron en la casa donde mataron a Bin Laden, que ahora ven la luz, son una ventana a entrar en una mente brillante, extraña y perturbada, sin la cual el mundo de hoy no sería igual.

Es una lectura fascinante: los libros y cartas y documentos que se encontraron en la casa donde mataron a Bin Laden, que ahora ven la luz, son una ventana a entrar en una mente brillante, extraña y perturbada, sin la cual el mundo de hoy no sería igual. Y es también una forma de entender a quienes seleccionan algunos de estos objetos.  

Hay, por ejemplo, un formulario que tenían que rellenar los postulantes a entrar en Al Qaeda. La penúltima pregunta es: “¿Quiere Ud. participar en una operación suicida?”. Y la última: “¿A quién quisiera que contactáramos si Ud. se convierte en un mártir?”.

También hay un videojuego violento: Delta Force Extreme II, donde el jugador mata jihadistas en el desierto y en ciudades abandonadas. En los relatos de NBC y del Huffington Post concluyen que este juego era para los niños, los hijos de Bin Laden que vivían con él. ¿Por qué están tan seguros?

Ahora, a tres años de la operación de los Navy Seals en Abotabad, Paquistán, la web de la Oficina del Director Nacional de Espionaje de Estados Unidos describe el botín y enumera los libros de su biblioteca personal. Los medios estadounidenses, por supuesto, solo se centran en los libros en inglés.

Nos podíamos imaginar a Bin Laden – quien dominaba el inglés y había estudiado en Oxford – como lector de Noam Chomsky. Dos de sus libros ocupaban espacio en la estantería: “Hegemonía o supervivencia: la búsqueda norteamericana del dominio global”, y otro menos histórico y más inquietante: “Ilusiones necesarias: El control de pensamiento en las sociedades democráticas”. Hay también una reveladora incursión en la mente del enemigo: “Las guerras de Obama”, del legendario periodista de investigación Bob Woodward.

Podemos imaginarlo leyendo, en las largas noches de su escondite en Paquistán, con nostalgia, “Cristianismo e Islam en España de 756 a 1031, de C. D. Haines”. O enfrascado en el estudio de sus competidores internos: “Democracia civil islámica: socios, recursos y estrategias·”, de Cheryl Benard. O incluso releyendo un clásico: la “Oxford History of Modern War” de Charles Townsend.

Pero la lista no está completa. Una parte de la colección que no se comparte en la web del director de espionaje son los videos eróticos. Es una gran pena. Sería interesante, hasta quizá instructivo, saber qué motivaba a Bin Laden en ese terreno. ¿No les parece?

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