THE OBJECTIVE
Jeronimo Jose Martin

El músico Clint Eastwood

A Clint Eastwood le apasiona la música. Por eso ha compuesto las partituras de varias de sus películas —“Mystic River”, “Million Dollar Baby”, “Banderas de nuestros padres”, “El intercambio”, “Más allá de la vida”…—, mima la selección de canciones que incluye en sus bandas sonoras.

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A Clint Eastwood le apasiona la música. Por eso ha compuesto las partituras de varias de sus películas —“Mystic River”, “Million Dollar Baby”, “Banderas de nuestros padres”, “El intercambio”, “Más allá de la vida”…—, mima la selección de canciones que incluye en sus bandas sonoras.

A Clint Eastwood le apasiona la música. Por eso ha compuesto las partituras de varias de sus películas —“Mystic River”, “Million Dollar Baby”, “Banderas de nuestros padres”, “El intercambio”, “Más allá de la vida”…—, mima la selección de canciones que incluye en sus bandas sonoras y ha dirigido dos filmes sobre el tema: “Aventurero de medianoche” (1982) —inspirado en el legendario cantante country Hank Williams— y “Bird”, su espléndida biografía del saxofonista y compositor de jazz Charlie Parker.

Ahora, el octogenario actor y cineasta ha dividido a la crítica y al público con “Jersey Boys”, su personal versión del musical de 2005, con música de Bob Gaudio, letras de Bob Crewe y libreto de Marshall Brickman y Rick Elice. Ambientado entre los años 50 y 90 del siglo pasado, el filme recrea el ascenso, las relaciones con la mafia y la decadencia de Frankie Valli y los otros tres jóvenes de Nueva Jersey —Tommy DeVito, Nick Massi y Bob Gaudio— que crearon el mítico grupo de rock The Four Seasons.

Es verdad que la película es más un melodrama con canciones que un musical, y que sólo se ciñe al género en sus espléndidos créditos finales. Es verdad que cansan un poco las confidencias de los personajes a cámara, y que al conjunto le falta un punto de emotividad, quizás por ese afán de Eastwood de no ir a lo fácil. Pero también es cierto que el californiano vuelve a dar una lección de planificación, ritmo, densidad y dirección de actores, y que despliega de nuevo esa atractiva mirada suya, realista y nostálgica, dura y entrañable a la vez, embriagada con las grandezas y comprensiva con las miserias de sus criaturas… Un mirada humana, en fin, llena de grises o, mejor, de semitonos, como la vida misma.

 

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