THE OBJECTIVE
Jaime Mariño Chao

El palacio sin libros

Me da que esos ricachones ni saben vivir, ni beber, ni leer. Reto a cualquiera de ellos a superar mi nivel de felicidad cuando un viernes por la tarde disfruto de los últimos rayos de sol en el pequeño patio de mi casa, con un libro entre las manos y un licor de hierbas en la mesa.

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Me da que esos ricachones ni saben vivir, ni beber, ni leer. Reto a cualquiera de ellos a superar mi nivel de felicidad cuando un viernes por la tarde disfruto de los últimos rayos de sol en el pequeño patio de mi casa, con un libro entre las manos y un licor de hierbas en la mesa.

En las colinas de Beverly dormita tumbada al sol la preciosa mansión llamada por su propietario “Palazzo di Amore”.  No sé si habrá o no mucho amor en la casita, pero lo que sí hay es espacio: 3.200 metros cuadrados en tres niveles con 12 habitaciones y 23 baños.

Ya que la choza está en venta, he pasado por la web de la inmobiliaria para informarme. No está mal: tiene bodega con 10.000 botellas, teatro, viñedo de 10 hectáreas, suelos de mármol, bolera, pistas de tenis y baloncesto, discoteca con cabina de DJ y pista de baile giratoria.

Pero, lamentablemente, hay algo que no tiene: biblioteca. Tanta mansión, tanto metro cuadrado, tanto lujo y no enseñan una buena biblioteca de madera de castaño, como debe ser, llena hasta los topes de clásicos griegos, latinos, rusos, ingleses, franceses, castellanos… ¡será por sitio! ¡será por dinero!

El hecho de que no figure en el argumentario de ventas me hace pensar en que el cliente al que va dirigido no le da la más mínima importancia. Y ese cliente es la “crème de la crème” de la aristocracia económica: los ricos entre los ricos, habituados a los grandes placeres de la vida.

Me da que esos ricachones ni saben vivir, ni beber, ni leer. Reto a cualquiera de ellos a superar mi nivel de felicidad cuando un viernes por la tarde disfruto de los últimos rayos de sol en el pequeño patio de mi casa, con un libro entre las manos y un licor de hierbas en la mesa.

Un palacio sin libros, querido Jeff Greene, no es un palacio, es simplemente una casa gigantona y sin clase. Y si estoy equivocado y los tiene ¡enséñalos! Quizás entonces te haga una oferta.

 

 

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