THE OBJECTIVE
Miguel Ángel Rodríguez

El partido del odio

“Podemos” es el partido del terror, del odio, de las fobias, del sectarismo. Si pudieran, nos meterían en la cárcel como ocurre en Cuba, en Venezuela, en Corea del Norte y en Irán.

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El partido del odio

“Podemos” es el partido del terror, del odio, de las fobias, del sectarismo. Si pudieran, nos meterían en la cárcel como ocurre en Cuba, en Venezuela, en Corea del Norte y en Irán.

Si Pablo Iglesias gobernara, los españoles nunca más podríamos volver a votar.

“Podemos” arma su artillería con fruslerías demagógicas y apunta a sangre a aquellos que no las asumen a rajatabla. Y quien no lo hace es purgado en público y violentamente. Miren lo que hacen con los críticos de su mismo partido: ¿dónde está Bescansa?, ¿en el parvulario?; ¿y Errejón y los suyos?

Ahora bien: es cierto que  “Podemos” ha encontrado un nicho de donde sacar votos y seguidores: es el agujero del odio; también, del resentimiento.

Y es que en España ha aparecido un nuevo grupo que no conocíamos, pero que cada día grita más porque se siente inmune: es la gente que odia. Unos, odian con alguna razón porque la vida les maltrata y quieren reventar el Sistema; otros, son revanchistas y solo desean arrasar contra todos los que no pensamos como ellos porque no pensamos como ellos.

Ambos tipos de gentes se unen en el seguidismo a Pablo Iglesias, que ha pasado de ser un profesor universitario que daba esperanzas a un demagogo aburrido con verborrea que se dedica a esparcir odio y simplezas.

Los seguidores de “Podemos” odian. Ese es un sentimiento que habíamos desterrado de nuestra Democracia y de nuestra vida, porque el odio no conduce a nada: solo lleva a la cárcel a los adversarios.

Los seguidores de “Podemos” no respetan a los demás porque se creen con el derecho a invadir los pensamientos y las libertades individuales. Esa actitud la habíamos desterrado de nuestra Democracia y de nuestra vida porque sabemos que así es imposible convivir.

Los seguidores de “Podemos” nos conducen a tiempos dictatoriales, pero con una gran diferencia: en el Siglo XXI, las únicas dictaduras que hay en la Tierra son o islamistas o de izquierdas.

España no quiere ese tipo de gentes al mando de nuestra vida.

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