THE OBJECTIVE
Fernando Garcia Iglesias

El polen de las ideas

Hay un hartazgo profundo en la ciudadanía con el poder que nos gobierna aquí o allá. Hay una desafección por el sistema y por unas instituciones que ya hieden, podridas por la corrupción y por el autoritarismo.

Opinión
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Hay un hartazgo profundo en la ciudadanía con el poder que nos gobierna aquí o allá. Hay una desafección por el sistema y por unas instituciones que ya hieden, podridas por la corrupción y por el autoritarismo.

Pocos años después de publicar ‘El ruido y la furia’, William Faulkner, quizás un tanto cansado de las comparaciones, respondía así a las preguntas de Henry Nash Smith en torno a la influencia que James Joyce había tenido sobre sus textos: «A veces pienso que existe una especie de polen de ideas flotando en el aire, que fertiliza de manera similar a las mentes de diversos lugares, mentes que no tienen contacto entre sí».

En los últimos tiempos hemos visto cómo hay una idea de cambio que se está implantando en tantas y tantas regiones, movilizando a la gente de muy diversas latitudes. Lo hemos visto con la Primavera árabe, con sus deseos de nuevas libertades democráticas y cambios políticos, económicos y sociales en Egipto y otros países del Oriente Medio, o con las revueltas del 15M en España y el auge de actores políticos como Podemos, con sus ideas un tanto utópicas de regeneración, del mismo modo que está sucediendo en Grecia con Syriza; el repunte del nacionalismo con tintes racistas del UKIP en el Reino Unido y del Frente Nacional en Francia; las protestas estudiantiles en Hong Kong y en Chile; la indignación ciudadana en la insostenible situación de un estado fallido, rehén del narcotráfico, en México; también en los Estados Unidos, donde los conflictos raciales han desatado una serie de protestas, en muchos casos violentas, en contra de unas resoluciones judiciales que han dividido a una sociedad.

Bien es cierto que entre unos movimientos y otros las diferencias son abismales. Pero hay, sin duda, tras todos ellos, esa idea recurrente en nuestra historia de la necesidad de un cambio. Hay un hartazgo profundo en la ciudadanía con el poder que nos gobierna aquí o allá. Hay una desafección por el sistema y por unas instituciones que ya hieden, podridas por la corrupción y por el autoritarismo. Es el polen del cambio, como en la metáfora de Faulkner, el que se asienta en nuestras mentes. El futuro dirá si de esta siembra surge la flor resplandeciente de la libertad o la sombría planta de la intransigencia y el totalitarismo más atroz.

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